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Caída de la tasa básica

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La economía costarricense ha venido experimentando una disminución sin precedentes de la Tasa Básica Pasiva (TBP). Este indicador es un promedio de las tasas brutas de captación en colones de un grupo de intermediarios financieros elegidos por el Banco Central de Costa Rica. Este grupo excluye los bonos del Ministerio de Hacienda, aunque al ser el principal emisor de deuda, la rentabilidad de sus bonos sí constituye una referencia para el resto de los participantes en el mercado. Al cierre de esta semana, la TBP se ubicó en 2,90%, su valor más bajo desde que se llevan mediciones.

La disminución en la TBP es muy relevante para los demandantes de créditos pues ello implica que el costo del endeudamiento disminuye, en esencia para los préstamos que están referenciados a esta tasa. No obstante, en la práctica, la caída en la TBP no se ha hecho sentir con la misma intensidad en las tasas de préstamos que pagan muchos deudores privados pues una alta proporción de las deudas a tasa variable tienen un piso, lo cual no permite disminuir la tasa por debajo de ese umbral.

Por otro lado, la menor TBP sí tiene un efecto directo sobre el gasto de intereses del Gobierno, ya que, dado el crecimiento descontrolado de la deuda pública, el Gobierno debe refinanciar y emitir nuevos bonos para su financiamiento a tasas de interés cada vez más bajas.

¿Es esta situación sostenible? Bajo las condiciones actuales de la economía no. Desde el punto de vista hacendario, Costa Rica posee uno de los déficits fiscales más altos de América Latina y un nivel de deuda pública explosivo que solo será posible estabilizar si se generan superávits primarios por encima del 3% del Producto Interno Bruto.

La disminución en la TBP tiene como explicación dos orígenes. Primero, a nivel internacional, la crisis de la COVID-19 llevó a los países más desarrollados a brindar estímulos fiscales y monetarios con el fin de reactivar la economía y recuperar el empleo. Eso redujo las tasas de interés internacionales y brindó espacio a los bancos centrales de países como Costa Rica para disminuir las tasas de referencia sin que se altere el atractivo de invertir en moneda local.

Segundo, siguiendo esta misma tendencia, el Banco Central abrió una línea de créditos a los bancos comerciales, con el fin de reactivar el crédito y promover el crecimiento. Sin embargo, el poco dinamismo de la economía costarricense está explicado por razones más complejas que la crisis de la covid, pues antes de la pandemia el país experimentaba un crecimiento mucho más bajo que el promedio mundial. Por tanto, los bancos utilizaron este dinero para adquirir bonos del gobierno.

En otras palabras, la política del Banco Central se convirtió en un mecanismo indirecto para financiar gasto público con emisión monetaria y sin necesidad de recurrir a que el Ministerio de Hacienda emitiera Letras del Tesoro. En circunstancias de normalidad esta situación llevaría a una mayor inflación. Pero la demanda agregada, especialmente la de consumo local, está estancada, por el alto nivel de desempleo que no cede en el tiempo, ante la incertidumbre del rumbo que tomará el Gobierno en relación con la política sanitaria para contrarrestar el avance de la COVID-19, y por las vacilaciones que ha tenido el plan de vacunación.

Por su parte, el mercado cambiario sigue mostrando una tendencia hacia la devaluación del colón, lo cual torna negativo el premio por invertir en colones. Esta situación puede dar al traste con la intención del Banco Central de mantener las tasas de interés bajas, pues conforme se reafirme la tendencia, una mayor cantidad de costarricenses buscará proteger el valor de sus ahorros por medio de la dolarización. Ello, a su vez, se traducirá en mayores presiones sobre el tipo de cambio.

Un riesgo adicional que experimenta la política monetaria de bajas tasas de interés es que los países más desarrollados ya han anunciado planes para acelerar el incremento en sus indicadores, pues su producción ha sobrepaso los niveles prepandemia y la demanda crece de forma robusta. Esto ha provocado que la inflación de estos países haya alcanzado niveles por encima de las metas establecidas.

En síntesis, ante un ajuste en las tasas internacionales, el panorama para Costa Rica se complica, pues al Banco Central no le quedará más remedio que actuar en la misma dirección. Esto podría incidir en un fuerte ajuste al alza de la TBP, en un ambiente en donde la economía no ha logrado sobreponerse de la crisis.

Como dice el adagio “la jarana siempre sale a la cara”. El déficit fiscal y la elevada deuda pública es el elefante en el cuarto de la economía costarricense. Entre más tiempo se tarde en adoptar medidas que reduzcan los gastos y aumenten los ingresos de forma sensible, no podremos gozar de estabilidad. Los gastos solo se lograrán reducir mediante una reforma del Estado. En el caso de los ingresos, su aumento no será viable sin la reactivación económica.

“Un riesgo adicional que experimenta la política monetaria de bajas tasas de interés es que los países más desarrollados ya han anunciado planes para acelerar el incremento en sus tasas.”

Opinión

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2021-09-11T07:00:00.0000000Z

2021-09-11T07:00:00.0000000Z

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