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¿Por qué Roblesabana?

“Hay tres razones para llamarlo así. Mi mamá es de Liberia y cuando íbamos allá en vacaciones, ella nos enseñaba los nombres de los árboles, así que hay un aspecto familiar. También hay un aire puramente tico, ya que acá le decimos Roblesabana a un árbol

ron solamente como sembradores, pero luego del año 2000 se preocuparon por proteger el origen de su producto con la creación de su propio beneficio, de forma tal que se pudiera rastrear el grano hasta la finca productora.

Para Cubillo es importante satisfacer a un mercado de personas que se preocupan por su salud y por saber de dónde viene el café que toman, cómo lo trabajaron y quién lo produjo. “Eso es un café de especialidad, necesitan saber en qué área lo produjeron, con cuáles características y el proceso de separación individual. Al final, los clientes saben que lo que están pagando va directo a una familia y, por tanto, impacta de forma directa en una zona de producción”, explicó.

Una de las variedades de café más apetecidas, que se producen en Las Lajas, es el llamado Perla Negra. Este tipo de café surgió de uno de los momentos más difíciles que ha tenido que atravesar la finca, como fue el terremoto de Cinchona, en el 2009.

En esa oportunidad, el desastre natural dejó a la finca sin agua y electricidad por una semana. Como el fruto estaba listo para cosechar y no podía esperar más, procedieron a recolectar el café sin la certeza de cómo lo iban a procesar.

“Nos tocó tomar una decisión y dijimos vamos a recolectar. Si los etíopes tiran de forma natural a secar el café, nosotros vamos a hacer algo parecido. Era eso o que se perdiera el café en la finca”, explicó la productora.

Así que procedieron a secar el café en los tejados y suelos dentro de la propiedad, sin poder lavarlo mucho.

Para su sorpresa, el café resultante fue recibido con halagos por los baristas que lo probaron, destacando su sabor a fruta y cremosidad.

“El café es oro para nosotros. Nos permite tener una mejor calidad de vida, continuar con la tradición de producir café y nos ha permitido que nuestros hijos estudien y muchos de nuestros colaboradores viven de este proyecto”, afirmó Cubillo.

Otra de las mujeres productoras que trabaja con Roblesabana es Natalia Vargas, de la Finca La Hilda, en Poás de Alajuela. Este lugar provee de un grano caturra catuaí de altura -por encima de los 1.350 metros-, que se caracteriza por ser achocolatado y cítrico.

Todo el café que producen se procesa en el mismo beneficio dentro de la propiedad, una tarea que Vargas combina con las otras facetas de su vida. “Yo me siento dichosa de ser mamá y de ser productora”, afirmó en una entrevista por video facilitada por la empresa.

Para Vargas, que es heredera de una tradición cafetalera, el ser madre de tres hijos le ha aportado herramientas en su condición de productora, ya que para ella gestar una buena taza de café es como criar un hijo. En otras palabras, una buena taza de café requiere de paciencia, amor, talento y dedicación.

Entre los planes inmediatos de Roblesabana destaca la creación de una edición especial, para la cual incorporará a otra mujer productora de café a sus filas. Se trata de Kathia Zamora, de la Finca Cloza, en Naranjo de de Alajuela.

“Cuando trabajaba en el Icafé conocí a varias mujeres productoras de café de especialidad. No hay muchas mujeres productoras ni encargadas de beneficio, no es común encontrarlas y establecer relaciones con ellas. Así que no es solamente inspirador porque nos ayudamos mutuamente y somos ejemplo las unas para las otras, si no que nos vemos como una oportunidad de crecer todas juntas”, destacó

EN ESTA EDICIÓN

es-cr

2021-05-16T07:00:00.0000000Z

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