La Nacion Costa Rica

Álbum

Gerardo.gonzalez@nacion.com

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Es un ave?... ¿Es un avión?... ¡Sí, es un avión! No crea que sus ojos lo engañan. Eso que emerge en medio del bosque tropical de Manuel Antonio es un Boeing 727 convertido en una de las habitaciones de hospedaje más singulares de Costa Rica.

El verde intenso de la selva es interrumpido por un color naranja encendido que resulta difícil de ignorar... Es el fuselaje de una aeronave que se asoma imponente sobre pedestales de 15 metros de altura, con una vista privilegiada de la costa y el exuberante bosque.

Se ubica dentro de la propiedad del hotel Costa Verde y le ofrece a sus huéspedes la posibilidad de dormir en medio de la jungla costarricense con todas las comodidades de la vida moderna. En resumen, es un espacioso avión transformado en una suite de lujo.

Aunque este hotel cuenta con un total de 85 habitaciones, sin duda, la que más llama la atención es la 727 Casa Fuselaje. Este avión, de 1965, fue convertido en una habitación con dos amplios cuartos, cada uno con su baño privado, y otras amenidades como sala de televisión, comedor, aire acondicionado, cocina y una terraza con hamaca.

El responsable de esta hazaña es el empresario estadounidense Allan Templeton, propietario de Costa Verde, quien hizo de Costa Rica su hogar desde finales de los años 70.

Si desde afuera el hospedaje cautiva la atención, por dentro es igual de llamativo. Tras subir una amplia escalinata de caracol se llega a la entrada privada que recibe a sus huéspedes. Al abrir la puerta, lo reciben sus paredes de madera redondeada que crean un cálido ambiente rústico, decorado con muebles de madera de teca.

“La intención con nuestro diseño es simular como si el avión hubiera aterrizado en la selva, por eso lo pusimos en alto y para no cortar nada de árboles. Lo que hemos hecho para que las habitaciones fueran más cómodas y grandes, fue bajarle casi un metro al piso original, entonces no

En una de las zonas de mayor biodiversidad de nuestro país, un Boeing 727 abandonado en el aeropuerto Juan Santamaría terminó convertido en una esplendorosa suite. Esta es la historia del hombre que lo hizo posible y de cómo llegó allí la aeronave.

se siente clasutrofóbico y hay más espacio para muebles que están hechos con curvas para que calcen”, explicó Templeton.

“La habitación es silenciosa, todo está hermético y sellado, es el lugar más quieto de todo el hotel. Las ventanas no son muy grandes entonces se pone oscuro muy rápido, es el lugar ideal para desconectarse del mundo”, destacó el empresario.

El baño de la habitación principal es uno de los puntos focales, ya que al estar ubicado en la parte delantera brinda la posibilidad inigualable de tener la mejor vista.

“Mantuvimos los asientos del capitán y el copiloto, por lo que es una emoción muy grande, en especial para los más niños”, resaltó el norteamericano.

IDEA NOVEDOSA

Con una especialización en economía de países en desarrollo, Templeton es graduado de la prestigiosa universidad de Yale. Para su singular proyecto, se inspiró en un artículo que una vez leyó en la revista Forbes, en donde un empresario de Tennessee intentaba vender casas a prueba de huracanes construidas con fuselajes de aviones Boeing 727.

Estas singulares casas podían girar con la dirección del viento y, según su creador, serían indestructibles.

Este concepto le llamó poderosamente la atención a Templeton, así que contactó al inventor con el objetivo de poder ver una muestra del ingenioso producto terminado. Para su sorpresa, aún no había logrado vender ni una sola casa, por lo que no tenía nada que mostrarle.

Pero la semilla creativa cayó en terreno fértil y quedó bien plantada en su mente.

De inmediato Templeton, quien también es propietario del restaurante El Avión -que se ubica a un lado de la carretera principal que comunica a Quepos con las playas de Manuel Antonio-, empezó a buscar la forma de plasmar aquel ambicioso proyecto, adaptado al trópico costarricense.

“En los años 90 y por un espacio de unos diez años vi entre las dos pistas del aeropuerto Juan Santamaría un casco de un 727 totalmente botado. Los bomberos lo

usaban para sus prácticas, pero nadie tenía la menor idea de quién era el dueño y cómo llegó ahí”, contó el hotelero, quien de inmediato pensó en la posibilidad de adquirirlo.

Pero aquel sueño se complicó por un importante obstáculo: no había un propietario definido de aquel gigantesco caparazón. No obstante, no se dio por vencido.

“Finalmente en Coopesa (Cooperativa Autogestionaria de Servicios Aeroindustriales) encontré unos faxes viejos del dueño del avión, quien debido a que la nave tenía unas fracturas en ambas alas no pudo obtener una nueva certificación (para seguir volando), así que lo dejó, luego le sacaron todos los repuestos y los bomberos lo tomaron para sus prácticas”, agregó.

“Finalmente, en el 2006, encontré el número del señor. Lo llamé y le dije que quería el casco y me lo regaló, luego pasé un año hablando con Aduanas para ver qué impuestos le iban a poner, porque era chatarra. Finalmente llegamos a un acuerdo de $1.000, hoy en día no creo que serían tan buena gente (ríe). Con el año de trámites me costó más por el abogado y todo lo demás. Lo gratis a veces no es gratis”, reflexionó Templeton.

Fuera como fuera, por fin tenía en su poder el avión que tanto anheló. Ahora solo le quedaba un pequeño inconveniente por resolver: cómo llevarlo desde el aeropuerto Santamaría, en Alajuela, hasta su propiedad en Manuel Antonio.

EL TRASLADO

“No se podía trasladar entero, así que lo dividimos en seis partes. Estuvimos trabajando durante diez días desarmando el avión, quitamos entre 10.000 y 15.000 remaches y cargamos cinco camiones de grandes plataformas”, recordó Templeton, quien está nacionalizado como costarricense.

“Los primeros cuatro (vehículos) pasaron sin problema sobre el puente del río Parrita y el quinto quedó una hora atrapado en medio puente con parte del fuselaje por fuera, con carros esperando a ambos lados y todos muy enojados conmigo. Fue un trabajo muy difícil”, narró.

Finalmente lograron llegar a su destino, pero el trabajo apenas empezaba. Debían rearmarlo y definir en qué lugar de la propiedad se ubicaría y, especialmente, cómo lo colocarían con el menor impacto posible en el medio ambiente.

“Tuvimos que pensar más de un año en cómo hacer la construcción porque, aunque lo parezca, no es nada obvio”, afirmó.

Una grúa de 90 toneladas fue necesaria para colocarlo sobre sus pedestales y para ello se requería un área plana para darle estabilidad a la grúa. Así que solo había una opción, colocar la grúa en uno de los parqueos internos del hotel. Tras varios días de intenso trabajo por fin se logró instalar a aquel gigante de metal en su lugar.

El avión había operado en Sudáfrica y sus últimos años de servicio fueron para la compañía colombiana Avianca, razón por la cual conserva los colores que tiene en la actualidad.

Luego se construyeron las terrazas, el interior y la escalinata que lleva a los huéspedes hasta el área elevada, por donde se entra a la 727 Casa Fuselaje. Fue así como a finales del 2008, dos años después de su adquisición, la suite entró por fin en operación.

Según destaca Templeton, la fama de este aeroplano convertido en habitación de hotel ha trascendido nuestras fronteras y se ha convertido en una escala obligatoria para quienes trabajan en la industria de la aviación.

“Hemos tenido pilotos que se han hospedado con nosotros, incluso uno me contó que él voló este avión cuando todavía estaba en operación y por eso no pudo resistirse a hospedarse en la 727 Casa Fuselaje”, contó Templeton.

El costo de esta habitación en temporada baja es de $360 más IVA por noche, mientras que en temporada alta puede hospedarse ahí con su familia o amigos por $560 diarios más IVA. No incluye desayuno.

El eslogan de Costa Verde es “todavía hay más monos que personas” y es que, gracias a su ubicación colindante con el Parque Nacional, es imposible caminar por la propiedad y sus senderos internos sin toparse con los simpáticos titís o los astutos cariblancos que hacen las delicias de los turistas.

“Tenemos tres tipos de tucanes, osos hormigueros, dos tipos de perezosos, puerco espín, tenemos muchos animales porque estamos en un área protegida que no hay gente cazando”, destaca el empresario.

Sin embargo, al explorar la propiedad, también descubrirá que esta habitación no es la única aeronave que se esconde dentro de la propiedad. Pero que no cunda el pánico, ya que Templeton asegura que su idea jamás será que hayan más aviones que personas.

Observe un video en www. nacion.com/ revistadominical con los detalles de 727 Casa Fuselaje y el hotel Costa Verde, ubicado en Manuel Antonio.

MÁS AVIONES

727 Casa Fuselaje fue solo el comienzo de esta pasión de transformar aviones en hospedaje, ya que en la actualidad Costa Verde cuenta con otras dos cabinas de vuelo (la mitad delantera de la aeronave) disponibles para alojar visitantes de todo el mundo. Estas son conocidas como Cockpit Cottage.

Ambas cuentan con espaciosas camas, cocinas, baños privados y, por supuesto, la

Tico por elección infaltable vista panorámica. Al igual que su “hermana mayor”, el interior está construido con madera de teca redondeada para respetar la forma cilíndrica de la cabina.

Asimismo, debido a que el mercado de bodas ha crecido exponencialmente, una de las novedades en las que trabaja Templeton es una habitación especial para luna de miel y bodas, que se construye en una cuarta cabina de avión.

La romántica habitación tendrá una tina con vista al mar y se ubicará dentro del espacio del hotel, exclusivo para mayores de 17 años.

“Estamos tratando de construir algo espacioso donde se puede tener una fiesta. Empezamos a trabajar en esto antes del covid, pero paramos por un año y esperamos que esté terminado en un par de meses, falta muy poco”, aseguró el estadounidense, quien resaltó que se hacen esfuerzos para no afectar la vegetación, incluso una de las palmeras se incorporó al diseño en donde se ubicará la tina.

Por su parte, la cola del mismo avión se está habilitando en otro sector cercano, que servirá para que las parejas tengan espacio para cambios de vestuario, maquillaje y otros apuros nupciales. Se ubicará al lado de uno de los restaurantes del hotel, con la idea de que la celebración posterior a la boda se realice en ese lugar, con opción de catering service.

“Costa Rica tiene que ofrecer un producto diferente, ya llevamos más de 25 años ofreciendo lo mismo, y los turistas quieren ver más que animales. El mercado de las bodas es perfecto”, afirmó.

Este inquieto hombre, que disfruta de nadar hasta las islas ubicadas frente a la playa principal de Manuel Antonio y que recoge la basura y los cocos del suelo para dárselos a la esposa de uno de sus empleados que tiene un negocio de aceites, es sin duda el capitán de la nave.

Ese capitán que, con astucia y creatividad, ha apagado la señal del cinturón para que usted se pueda mover con la libertad en la cabina y explorar todo lo que este mágico lugar ofrece.

Comerciar artículos de segunda mano y antigüedades puede verse de muchas formas. Según edades y gustos, para algunas personas es algo que sucede en “el Sinaí del centro”; mientras que para otras es uno de los muchos perfiles que se han creado para este propósito en redes sociales, como Instagram. En algo podemos estar de acuerdo, y es que comprar de segunda mano es una actividad que se ha normalizado en los últimos tiempos, por diversas causas.

Las razones por las que alguien toma la decisión de adquirir artículos usados varían. Para una señora fue encontrar, después de años, el disco de Los Churumbeles de España en la mercadería de Óscar Araya, dueño de Acetatos y Vinilos Óscar.

Puede que sea una persona cuya debilidad es la mantequilla y que vio en el puesto de Teddy Montero el mantequillero perfecto para honrar su placer culposo. Y puede parecer un hecho muy curioso, pero historias como esta abundan entre la clientela de este experto en antigüedades.

Puede ser alguien que recientemente haya optado por un consumo más sostenible y que prendas como las de Lulú Reuse y camisas modificadas como las de Melena Vintage resuelvan las necesidades de su armario. O bien, alguien que encuentra cierto encanto en leer historias que otros ojos ya han saboreado y va de cacería al stand de Libros de Manuela.

LOS EXPERTOS

Ahora, haber encontrado ese ítem ideal no fue casualidad del destino. Los tesoros que pueden hallar han sido seleccionados previa y cuidadosamente por sus vendedores. Y aquí es donde vale la pena preguntarse, ¿cuál es la historia detrás de estos pequeños emprendimientos? Les prometo que vale la pena buscar la respuesta a esa pregunta.

Podemos remontarnos en el tiempo, cuando para Liza Biamonte Castro, Lulú Reuse (@lulu.reuse) comenzó esta actividad como un hobby mientras terminaba sus estudios en Artes Visuales, hace una década. O en el caso de Oscar Araya (@oscararaya. vinyl), comerciar vinilos y acetatos fue como regresar

a su época de quinceañero cuando coleccionaba discos de The Beatles, después de 30 años de laborar como soldador.

Si tuviera que comparar su tiempo como soldador con su dedicación actual, el coleccionista lo describe de la siguiente forma: “En este asunto de los discos, es una paz y una tranquilidad… Tras de que a mí me gusta la música, porque yo también soy coleccionista, tengo mi colección personal; me encanta estar en la tienda cuando estoy solo oyendo música y probando discos.”

Para Pablo Jiménez, su trabajo con la ropa de segunda mano inició en 2011 pintando camisetas a mano y ha pasado por distintas transformaciones hasta nacer Melena Vintage (@ la_melena_vintage). Esta fue una marca hija de su primer negocio: “La percha”, una tienda física en San Pedro que además de vender ropa de segunda, ofrecía realizar modificaciones personalizadas a la ropa dentro del mismo establecimiento.

Pero también pueden ser ideas más recientes. Para Teddy Montero (@ted_mv), vendedor de antigüedades, comenzar este negocio hace cuatro años fue una de las respuestas a una época emocional complicada durante su experiencia laboral como ingeniero civil. Y una manera de honrar las afinidades que veía en su mamá y su abuela cuando era pequeño. Pero, para la dueña de Libros de Manuela (@loslibrosdemanuela), empezó hace 5 meses como una misión de liberar a su madre de los tantos libros que abarrotaban su casa.

DE INNOVACIÓN A TENDENCIA

Estos negocios se encuentran principalmente en plataformas como Instagram y Facebook. De hecho, durante los últimos años, la proliferación de perfiles con este propósito se ha vuelto muy común, especialmente cuando hablamos de ropa.

Liza Biamonte Castro, dueña de Lulú Reuse, comentó que cuando ella incursionó en este mercado, aproximadamente hace 10 años, este tipo de negocios se percibían como algo innovador, mientras que ahora es un tipo de consumo normalizado y en tendencia.

Hoy el reto recae en diferenciarse entre tanta oferta, lo cual llevó a Liza a sacar diplomados en asesoría de imagen y complementar sus servicios con este conocimiento. Además, rescata la importancia de la atención al cliente: “La parte de dar un buen servicio al cliente es primordial (…) Ese primer acercamiento con una tienda va a ser demasiado importante como para darte el gusto de hundirte a fondo”.

También hay evoluciones que llegan con el crecimiento. Óscar Araya inició con la colección de discos que le compró a uno de sus clientes de soldadura y ahora importa vinilos y acetatos de Estados Unidos para complacer los gustos de sus compradores. A esto se le añade que su mercadería se ha expandido y también abarca cassettes, walkmans y equipos de sonido antiguos.

La historia de Pablo Jiménez está compuesta por aciertos y errores: si bien en su momento llegó a tener varias tiendas físicas de su primer proyecto “La Percha”, el cierre abrupto de estas le llevó a escoger su nicho y potenciar la marca Melena Vintage, la cual se centra en la creación de colecciones de ropa compuestas por prendas únicas, diseñadas a base de prendas ya existentes.

Por su parte, Teddy Montero inició un pequeño colectivo con amistades que al igual que él tienen emprendimientos que se basan en la comercialización de productos de segunda mano. De hecho, han realizado dos ediciones de la Feria Vintage Escalante, un espacio donde exhiben no solo su mercadería, sino también la de otros pequeños negocios que buscan crecer.

NEGOCIO NÓMADA

Para quienes aún no han podido atravesar la brecha digital, está la opción de visitar estos emprendimientos en espacios físicos como ferias.

Una vez al mes, el Parqueo Público de la Estación del Atlántico se convierte en el mercado de pulgas más visitado de San José: Bombazar Top. Aquí pueden encontrar joyas en forma de libros, antigüedades, discos, vinilos, accesorios y ropa de segunda mano, y si tienen suerte, hasta modificada. Los únicos requisitos para asistir son tener su mascarilla puesta, desinfectarse las manos antes de entrar y llevar toda su buena actitud. Y sí, sus mascotas juegan un papel importante en esto último, también pueden ingresar.

Es en ferias como Bombazar y Feria Vintage Escalante donde Liza Biamonte y Teddy Montero aseguran hacer la mayoría de sus ventas. “Fue un éxito, fue como una nueva vida a la tienda”, expresó la dueña de Lulú Reuse.

Principalmente porque en estos espacios físicos han podido exponerse a públicos a los que antes no tenían acceso, ya que asisten personas de todas las edades. Según explica Teddy Montero, comerciante de antigüedades: “Yo apuesto por una nueva generación de personas que admiren la belleza en la calidad y en el tiempo”.

Después de conocer la magia, compuesta por experiencia y paciencia, detrás de este nicho de mercado, ¿usted se animaría a ser parte de esta generación?.

Después de llegar de la escuela, hace un par de años, Shafannie Sánchez se acercó a su mamá para contarle lo difícil que había sido su día.

La niña, de 11 años, comenzó su relato diciéndole que la maestra le pidió leer un texto en voz alta frente a la clase; sin embargo, cuando terminó la lectura y se dirigía a su pupitre, uno de sus compañeros le pidió que no se sentara a la par de él, pues “lo confundía”.

Para Dunnia Ramos, su madre, escuchar esa historia no fue fácil. De hecho, ha sido muy complicado ver que su hija ha sufrido una y otra vez por los comentarios groseros que le hacen en la escuela y que, incluso, en reiteradas ocasiones han provocado que a la niña se le baje el autoestima.

Shafannie invierte letras, confunde letras, no logra comprender lo que está leyendo y tiene que leer dos o tres veces para que los demás puedan entender lo que ella lee. Además, lee muy pausado.

Por otro lado, frecuentemente confunde la izquierda con la derecha.

Al principio, la madre pensaba que solo se trataba de un problema de déficit atencional, pues la estudiante siempre ha sido bastante distraída y nunca le ha gustado hacer tareas.

Sin embargo, un día de tantos, una conocida se le acercó y le dijo que la niña tenía rasgos de una persona con dislexia. Ante ello, los padres de la menor buscaron un diagnóstico con una psicopedagoga quien les terminó por confirmar que la niña sufre de ese trastorno.

“Ella se desesperaba. Como le costaba mucho, luego de las lecciones normales se tenía que quedar en clases de recuperación mejorando lo que le costaba. Cuando llegaba a la casa yo la ponía a hacer prácticas.

“Y hasta la fecha, yo decirle a ella que agarre un cuaderno para leer es terrible, porque ella quedó tan mal después de todo el esfuerzo extra que tuvo que hacer por tanto tiempo, que ahora yo le digo: ‘léame’, y ella me dice: ‘mami, usted sabe que a mí no me gusta leer’”, cuenta Ramos.

También les cuesta cumplir con fechas límite y organizarse.

Además, es un trastorno que puede ser diagnosticado en niños y adultos por igual, sin embargo, los primeros síntomas aparecen desde la infancia.

“Viéndolo desde el punto de vista de la neurociencia, el cerebro humano está conformado por el hemisferio izquierdo y el hemisferio derecho. En el izquierdo se procesa todo el lenguaje y en el derecho se almacena la información visual y espacial. Estos dos deben trabajar juntos”, explicó Vivian Pérez, doctora en psicopedagogía y neuropsicología educativa.

“Lo que pasa con los disléxicos es que la información del hemisferio izquierdo afecta la velocidad en el procesamiento de la información que está recibiendo, entonces los incapacita para ver los estímulos”, agregó Pérez.

Debido a que las personas disléxicas hacen un esfuerzo elevado para comprender tienden a fatigarse. La situación empeora por la presión que sienten por parte de sus padres y la escuela.

Además, los disléxicos tienden a perder la concentración, a distraerse y a rechazar hacer tareas, leer o estudiar.

Es decir, es un trastorno que va más allá de escribir ‘árdol’, en lugar de árbol, creyendo que la primera está bien escrita. De acuerdo con la especialista, a partir de allí se pueden desencadenar otro tipo de enfermedades.

“A nivel cognitivo es una persona normal, lo que pasa es que al sentir frustración se sienten imposibilitados de salir adelante, y ahí es donde se distraen. Ellos necesitan comprender lo que leen, lo que escriben y como no lo logran, viene la falta de atención, los problemas conductuales. Pueden empezar a tener ansiedad y pueden tener hasta una depresión, porque no logran ser como sus amigos.

“Ahí empieza a afectar la parte afectiva y emocional de ‘no lo hago bien’; de ‘mis compañeros se burlan’”, detalló Pérez.

Según datos de la ONG Disfam-Asociación Dislexia y Familia, aproximadamente uno de cada 10 niños en el mundo son disléxicos. Sin embargo, no siempre son diagnosticados con este trastorno, principalmente porque muchos solamente son catalogados con déficit atencional.

ACCESO LIMITADO

Tras recibir el diagnóstico de su hija, Dunnia Ramos trató de buscar más información para poder entender mejor el trastorno de su hija, sin embargo, lo que encontró en Costa Rica fue muy poco.

Según detalla, en el país existen muy pocas organizaciones que se dedican a la investigación, a dar apoyo y a la divulgación de información sobre este trastorno.

Lo que sí pudo corroborar fue que los precios para poder acceder a un diagnóstico eran muy elevados y aunque entiende que los médicos solamente hacen su trabajo, considera que muchas personas prefieren vivir con la duda antes que pagar un especialista.

“Hay muchas personas que tal vez les cuesta, y entonces, como les costó, ya se salieron del sistema educativo. Un diagnóstico es caro y yo como mamá decía: ‘yo pude pagar un bajo costo para el diagnóstico (pues le ayudaron en una escuela), pero hay personas y familias que ni por un bajo costo pueden pagarlo’”, explica.

Por ese motivo, en Costa Rica, la madre Shafannie está tratando de impulsar Disfam-Asociación Dislexia y Familia, organización iberoamericana que a nivel internacional está integrada por familias con hijos con dislexia, adultos disléxicos y profesionales de diferentes ámbitos.

La idea de Ramos es poder ayudar a quienes lo requieran; es decir, a padres que buscan asesoría para sus hijos, a personas adultas con dislexia o quienes busquen conocer más sobres este trastorno. También espera sumar más adelante especialistas y voluntarios al proyecto.

“En Costa Rica no había una organización que nos apoyara a nosotros como padres, por eso me dediqué investigar, porque sé lo que es en carne propia, como mamá, no encontrar apoyo. Aquí en el país la realidad es que casi no hay nada”, asegura.

Curiosamente, en el proceso de investigación de este trastorno, doña Dunnia descubrió que ella también es disléxica. Ahora, Ramos comprende por qué estudiar siempre le ha costado mucho y por qué le tienen que explicar en el trabajo varias veces lo que ella tiene que hacer.

“Es sumamente complicado vivir el día a día. Por ejemplo, a mí me dicen que yo debería manejar para moverme más rápido, pero yo confundo la izquierda con la derecha, entonces ¿usted se imagina que yo vaya manejando y ponga el direccional para la derecha creyendo que voy para la izquierda?”, reflexionó.

“Eso es un miedo y me reprime a no querer manejar. Es más, yo usualmente vengo en taxi para mi casa y me quedo pensando muy bien si le tengo que decir al chofer que voy para la izquierda o para la derecha”, agrega.

A veces se ríe de las cosas

No es extraño que figuras que destacan en la música, la actuación, el arte, los deportes o los grandes inventos, padezcan este trastorno, pues como se les dificulta leer y escribir, desarrollan más su lado creativo.

que le pasan producto de la dislexia, sin embargo, a veces no se siente con el ánimo de reírse de ella misma.

De hecho, Ramos relata que en ocasiones se tiene que esforzar bastante por mantener su autoestima alta, pues la impotencia de no entender está siempre latente.

“Es complejo, porque a mí me tienen que explicar dos o tres veces porque yo no entiendo, entonces tengo que manejar no solo mi autoestima, sino que también tengo que manejar el de mi hija Shafannie. Entonces, lo que hago es que le digo que sí, cuesta mucho, pero que no es imposible. Y se lo digo con toda mi seguridad, aunque por dentro me está costando mucho; porque yo no me puedo mostrar débil ante ella”, comenta la madre.

La dislexia es un trastorno que no tiene cura, sin embargo, cuando es tratada, las personas pueden aprender a controlarla. Para ello, se utilizan herramientas que ofrecen los especialistas.

Durante el tratamiento, los especialistas acompañan paso a paso a los pacientes. El proceso puede ser muy variable y va a depender de las necesidades de cada persona.

“Con un tratamiento la persona seguirá siendo disléxica pero ya tiene estrategias para llevar una vida normal. Es decir, con su trastorno, va a tener estrategias que le van a permitir no confundir la d con la b y la c con la q, por ejemplo”, explica la psicopedagoga Pérez.

LETRAS QUE FLOTAN

Anne Lang recuerda las dos veces que ha tenido una crisis producto de la dislexia. En ambas ocasiones se encontraba en exposiciones de arte, cuando de repente comenzó a ver como las letras se movían en desorden y no podía entender nada de lo que veía.

“A veces uno siente que las letras flotan como fuera del papel, porque entre más creativa está la mente, más disléxico se pone uno. A mí solo me ha pasado que no puedo leer en dos ocasiones. Recuerdo que el rotulito que ponen abajo de las obras de arte, con la descripción, a mí simplemente me era imposible leerlo. Ese día todo se movía, no podía fijarlo y leer, necesitaba que alguien me lo leyera.

“Era como que mi cabeza no podía sustraer el significado de esos símbolos que yo veía. Es algo inexplicable, era como si las letras se movieran”, explica.

A Anne le diagnosticaron dislexia hace nueve años, cuando tenía 24, luego de que un amigo le comentara que el jefe de él descubrió que era disléxico. Mientras hablaban, su amigo le mencionaba los síntomas y ella se sintió identificada, por ello buscó ayuda profesional.

Al consultar con la especialista Anne quedó sorprendida. La psicopedagoga la puso a leer un párrafo y, al finalizar, le dijo que había leído mal al menos ocho palabras.

“Fue muy revelador, porque lo que yo estaba leyendo antes eran historias completamente diferentes, es decir, yo misma cambiaba las palabras. Eso para mí fue impresionante, porque yo me considero una gran lectora y me encanta la literatura y la escritura”, recuerda.

Ahora Anne comprende por qué mientras era estudiante siempre evitaba llamar la atención. Cuando la ponían a leer en voz alta, trataba de hacerlo lo más lento posible para no equivocarse.

Constantemente los profesores le decían que tenía déficit atencional y por años luchó con problemas de ortografía muy severos. Sus notas nunca fueron las mejores y tuvo que ir a convocatoria en cuarto, sétimo, octavo y décimo año.

“Es muy poco motivante ver y no entender qué es lo que le sucede a uno. No entender por qué le cuesta a uno estudiar, por qué le cuesta a uno leer en voz alta, por qué uno tiene problemas ortográficos, por qué la suma no le da bien, a pesar de que la fórmula está correcta.

“Además, yo creo que muchas personas confunden lo que es realmente la dislexia con funciones comunes. Quizá no llegan a la profundidad de lo que es realmente la dislexia y por eso se bromea mucho al respecto y sí, hay un montón de memes, pero la realidad es que la dislexia es una complicación para nosotros”, añade.

A pesar de que muchas veces se le ha bajado el autoestima, tras conocer su diagnóstico y comenzar la terapia Anne ha percibido más confianza. Se ha sentido mejor con ella misma, pues ya sabe qué es lo que debe mejorar y en lo que tiene que trabajar.

Además, la hoy publicista, de 33 años, puede decir que es una feliz disléxica y que abraza su condición a pesar de las bromas.

“Siempre fue como un reto muy grande. Uno sí se desmotiva, es cierto. Parte de lo que más cambió en mí, después de que inicie el proceso, fue la confianza, porque me hizo sentir segura de que yo no era tonta. Es que es así, muchas veces los disléxicos nos sentimos tontos o poco capaces, por lo que recuperar esa

Signos a tomar en cuenta

Entre seis y 11 años

Mayores de 12 años

confianza fue parte principal de mi mejoría”, añade.

CON OTROS OJOS

Genios como Albert Einstein; actores como Will Smith, Jennifer Aniston o Tom Cruise; cineastas como Walt Disney y Steven Spielberg; y músicos como Justin Timberlake son o fueron disléxicos.

Según explica Mani Guth, especialista en dislexia y déficit atencional, no es de extrañar que figuras que destacan en la música, la actuación, el arte, los deportes o los grandes inventos padezcan este trastorno, pues como se les dificulta leer y escribir, desarrollan más su lado creativo.

La experta es facilitadora de la metodología Davis, que aborda la dislexia desde un enfoque positivo. Es decir, considera que las personas con este trastorno son personas mucho más creativas, por lo que ve al trastorno como un don que no todos pueden desarrollar.

“Vemos la dislexia como un don, la persona disléxica tiene la capacidad de imaginarse las cosas desde muchos ángulos diferentes. Por lo general tienen habilidades fuertes en la parte visual y espacial, entonces uno encuentra personas que se enfocan en algún tipo de arte: desde ser un cantante o actor de teatro, hasta las artes gráficas y lo mecánico.

En otras palabras, este tipo de abordaje ve la dislexia como una habilidad, por ello es que se les facilita más armar y crear. Es decir son personas con una alta capacidad de imaginación.

Al ser vista la dislexia como un don, no es algo que se quiera eliminar, por el contrario, es solo aprender a controlarla para que la habilidad no llegue a afectar a la persona a nivel educativo y laboral. De modo tal que le permita leer, escribir, organizarse en el tiempo y cumplir tareas en cualquier momento.

“No queremos que la habilidad los abandone, pero sí queremos aprender a controlarla. Con esta metodología se puede controlar en la etapa de la niñez y en la etapa de la adultez. Sin embargo, lo usual es que cuando ya son personas grandes han aprendido a compensar lo malo, muchas veces, a través del sufrimiento y con grandes huellas de inseguridad. Y ahí llegamos a la parte psicológica: hay una parte de autoestima que se daña”, comentó Guth.

“Ellos saben e intuyen que son inteligentes y que incluso son más inteligentes que el promedio en muchas áreas, sin embargo, van más lento. Y si van más lento en la lectoescritura, que es la base de todas las materias, seguramente van a sobresalir en otras áreas; lo que pasa es que no guardan los patrones fonéticos”, agregó.

Según explica Guth, existen diferentes niveles de dislexia: leve, moderado y agudo; y quienes llegan a este último grado, son niños que no pueden empezar a leer.

Sin embargo, la especialista afirma que estos casos son muy pocos y todos los tipos se pueden tratar.

Lo cierto es que la dislexia sigue siendo estigmatizada por un gran sector de la población. Por ese motivo muchos seguirán burlándose de quienes la padecen, mientras las víctimas de sus bromas seguirán librando una intensa y muchas veces dramática batalla con el trastorno.

Jacinta fue acusada por su esposo de abandonar el hogar. Las autoridades la apresaron y la llevaron a la Penitenciaria Central, a la temible Peni.

Ella dijo que su esposo la agredía y que prefería pasar un tiempo presa antes que volver con él. Y así fue: Jacinta fue una de las mujeres que a inicios de los años 1900 estuvo recluida en una de las cárceles más peligrosas de la región. El mismo centro penal donde la banda de Los hijos del diablo se hizo “célebre” por sus atrocidades; el mismo lugar donde los reos una vez jugaron a hacer series con el corazón que le sacaron a un hombre.

El nombre de Jacinta es ficticio, pero su historia es real. Así lo confirmó Karina Acuña, trabajadora social del Museo Penitenciario, espacio dedicado a la conservación de la historia de la Penitenciaría Central y que está ubicado en el Museo de los Niños, en San José.

Filomena, una mujer cartaginesa, fue denunciada por vender licor a horas indebidas. A Amelia también la acusaron, pero a ella por mantener la puerta de un establecimiento abierta también a horas indebidas. Posiblemente estas mujeres terminaron en la Peni, eso sí, si incurrían por segunda vez en los delitos.

La Peni, la cárcel donde

Desde principios del siglo pasado y casi hasta 1940, la ley de la vagancia provocó que mujeres agredidas y menores abandonados

pagaran sus “delitos” en la cárcel más temible del país.

los presos comían ratas con tal de darle al cuerpo algo de proteína y donde se sabe que se violentaron los más básicos derechos humanos, también sirvió como centro penal para otras poblaciones como las mujeres y los niños. Si, los niños.

No hay un registro sobre la cantidad de mujeres que terminaron en la Peni, pero se sabe que fueron recluidas en este lugar hasta el año 1912. Las costumbres de la época dictaban que a las mujeres se les debía de ayudar a enmendar sus “errores o delitos” antes de llevarlas a la cárcel, así que quienes llegaban a la Penitenciaría Central era porque incurrían nuevamente en la falta.

La primera medida era ubicarlas en una casa de recogimiento. Las familias que las aceptaban les enseñaban labores que en ese momento se consideraban propias del género femenino como cocinar, limpiar, planchar, coser; pero aquellas que no aprendían la lección terminaban siendo reclusas.

“Había todo tipo de delitos. Por supuesto se daban robos u homicidios. En el momento se determinaba cuál era el tipo de medida a aplicar y si había reincidencia se ingresaban”, explicó Acuña.

Pero como Jacinta, Filomena y Amelia, otras faltas cometidas por las mujeres de la época eran estar en las cantinas a altas horas de la noche, abandonar a sus familias o ser escandalosas. También se les acusaba por vagancia

(principal delito que se cometía), hurto, ratería, mala conducta, vida licenciosa y amenazas; según explicó la revista Trabajo Social en un documento titulado Mujeres y privación de libertad: una aproximación desde el trabajo social en el Centro de Atención Institucional (CAI) Buen Pastor.

Las mujeres que no cumplían con el ideal impuesto por los ticos de aquellos tiempos y que rompían con los patrones y roles de género, eran consideradas perjudiciales para el buen desarrollo de la sociedad costarricense.

“La mujer tenía que ser buena, honorable, se suponía que no cometía delitos y cuando lo hacía se escondía. Si había una falta, se recluían primero de manera simbólica en las familias que les enseñaban los trabajos del rol femenino”, agregó Acuña.

Cuando una mujer era llevada a la Penitenciaría se hacía el proceso de admisión y la respectiva requisa (por mujeres policías) en la comisaría mixta. A ellas no se les ubicaba en los sectores donde estaban los hombres, pero aún así, las barbaries que se cometían en el reclusorio no escapaban de su conocimiento.

Aunque en Costa Rica hubo otros centros de reclusión para las mujeres (Cartago, Limón y otro en el Hospital San Juan De Dios), varias de las infractoras pasaron por la temida Peni, recordada tal vez junto a

San Lucas, como la cárcel más temible del país.

En la Penitenciaria Central las mujeres estuvieron recluidas hasta 1914 cuando, junto a la sección de profilaxis venérea, fueron trasladadas a otro inmueble en las afueras de la ciudad de San José (específicamente en San Sebastián); lugar que estaba bajo la vigilancia de las hermanas del Buen Pastor, indican las autoridades del Museo Penitenciario en un recorrido virtual por sus instalaciones y que está publicado en YouTube.

LAS VISITAS CONYUGALES

Otro sector femenino que tuvo que relacionarse de manera íntima con la Peni, eran las mujeres que tenían esposos o parejas dentro de la cárcel.

Afirma Acuña que a estas mujeres también se les considera parte de la población

Karina Acuña Trabajadora social del Museo

Penitenciario.

la Penitenciaría Central y que desde el Museo Penitenciario están haciendo esfuerzos por recopilar investigaciones y entrevistas para ubicar esta etapa dentro de la propuesta museográfica.

NIÑOS

Son vagos los muchachos forasteros de cualquier edad que anden en los pueblos prófugos, errantes o sin destino y los mayores de siete años que sirven de lazarillo o guía a los mendigos. También lo son los mayores de 14 años y menores de 21 que no sirven en sus casas ni en el público. Que escandalicen por sus malas costumbres y poco respeto a sus padres o guardadores, o los que viven faltando a sus obligaciones escolares y entregados a la ociosidad.

Palabras más, palabras menos; pero así es como reseñaba la Ley de la vagancia de 1867 de Costa Rica a los ‘vagabundos’. Por esta ley es que muchos niños terminaron reclusos en la Penitenciaria Central hasta aproximadamente 1940.

“La aparición del Patronato Nacional de la Infancia (1930) es esencial para la defensa de los derechos de los niños y las niñas”, explicó Acuña. Sin embargo, mientras las leyes se ponían en orden en temas de infancia, en la Peni había niños (no hay registro de que hubieran niñas en ese penal).

“Los niños no se ubicaban en instituciones para su cuido, sino que eran colocados en estos espacios, privados de libertad, desde los ocho o nueve años. Podían estar de un día para otro, una semana o un mes. Estando aquí (en la Peni), tenían que aprender a lidiar con el ambiente”, agregó Acuña.

A muchos niños los apresaba la policía porque deambulaban en las calles, estaban en estado de abandono y porque para subsistir cometían hurtos de comida o vendían en la calle artículos robados. Se les juzgaba de la misma manera que a una persona adulta.

“Los niños también vivían a flor de piel la violencia y todo lo horrible que pasaba en la Penitenciaría. Muchas de las historias pictográficas que tenemos evidencian en las facciones que había personas muy jóvenes”, explicó Acuña.

De acuerdo con la información, obtenida del programa de recorrido virtual por la

Peni, a esta población se les conocía como menores rateros o viciosos pervertidos.

No había ningún tipo de división en la cárcel para ubicar a los niños y jóvenes. Por esta razón, en muchas ocasiones también los menores fueron víctimas de los abusos y agresiones que se cometían dentro de la cárcel.

El famoso llamado de “llegó barco”, que se hacía cuando ingresaban nuevos reclusos, le erizaba la piel a cualquiera y, si los menores no contaban con protección adentro o si alguien no se apiadaba de ellos, pasaban a ser también parte de lo que se conoce como “carne fresca”.

Las autoridades cayeron en cuenta de que no era viable que los niños y jóvenes compartieran espacio con hombres adultos con delitos de suma gravedad y violencia, y a partir de ahí comenzaron los trabajos para construir espacios especiales para los menores.

El reformatorio de varones, bautizado con el nombre San Dimas, comenzó a operar en la década de 1940. La institución estaba ubicada en San José, donde actualmente está el liceo José María Castro

Madriz.

Este reformatorio fue un centro de reclusión para menores en donde los muchachos aprendían prácticas de trabajo para aplicar en la vida. Además, también se comenzaron a ubicar en el Hospicio de huérfanos de San José, porque la constante eran niños en condición de abandono que vivían en las calles.

De acuerdo con un documento de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, específicamente el que corresponde al XVI Congreso Jurídico Nacional “Diez años de Justicia Penal Juvenil: Perspectivas hacia el futuro”, las primeras leyes para la protección de la infancia en Costa Rica se emitieron el 15 de agosto de 1930; el último registro que se tiene de menores de edad conviviendo en cárceles junto a los reos mayores, data del año 1935.

“Antes de esta fecha ya esto representaba un problema para las autoridades pues ‘el lugar era completamente inadecuado para ellos: no había seguridad, el espacio era antihigiénico, carecían de ropa adecuada y condiciones mínimas para la vida diaria, no tenían ninguna

instrucción y estaban sujetos a las malas influencias de los adultos’”, dice la Corte.

EL BOMBILLO ROJO

Otra de las poblaciones de la que se habla poco en la historia de la Penitenciaría Central son los travestis.

Eran los hombres que asumían un rol femenino o que se autodenominaban mujeres dentro del penal. No eran transexuales porque no se hicieron cambios físicos, pero sí asumían ese rol, explicó Acuña.

Muchos de ellos ya eran convictos, pero otros ingresaban a propósito para ejercer la prostitución dentro de la cárcel y para lograrlo cometían delitos contra el orden público, como exhibicionismo. Como eran hombres vestidos de mujer, caminaban por la calle y se levantaban la enagua con tal de ser detenidos e ingresar a la Peni.

“Manejaban esa particular dinámica, ingresaban por unos días (a la Peni), ganaban dinero adentro al ejercer la prostitución y luego salían”, narró la especialista.

Tanto los travestis internos como los externos tenían un protocolo especial para atender a sus clientes. Había incluso una celda de citas que tenían acondicionada y la adornaban con lo que se pudiera: con guirnaldas y hasta con un bombillo de color rojo que se encendía para indicar que la celda “estaba ocupada”.

Los travestis de la Peni utilizaban vestidos muy llamativos, se colocaban turbantes en la cabeza (los policías no les permitían usar pelucas), o se dejaban el cabello largo. También usaban maquillaje.

Como cumplían un rol femenino dentro del espacio, ellos eran los encargados de limpiar las celdas e incluso organizaban actividades en el famoso salón París (un espacio que hicieron los reos para su propio entretenimiento). Había presentaciones artísticas, bailes y música. También en épocas de concursos de belleza, como Miss Costa Rica o Miss Universo, ellos hacían su propio certamen dentro del penal.

Dentro de la sociedad de la Peni, los travestis jugaron un papel muy importante en los temas de relaciones afectivas. Acuña explicó que en el reclusorio hubo parejas que hasta se casaron de manera simbólica y otras que mantenían una relación basada en el poder y la protección.

Si ha pasado por las cercanías del aeropuerto Juan Santamaría es muy probable que los haya visto; no tienen pierde. Provistos de cámaras, computadoras y paraguas para protegerse del sol o la lluvia, ahí están, con la vista siempre clavada en el ir y venir de los aviones.

Lo que para algunos puede ser algo sin sentido, para cinco amigos es una aventura que les ha unido y los tiene prácticamente en el aire.

Para ellos no importa el clima, si es de noche o hay un caluroso día como suele suceder en la provincia de Alajuela. Lo que cuenta es el estar posicionados frente a la pista, con ese escenario perfecto para disfrutar de los aterrizajes y despegues. Son ellos, además, los que facilitan que ahora muchos otros ticos puedan apreciar en directo a “los gigantes”, como llaman a las aeronaves de gran tamaño, como los Boeing 747-400, 777-300, los 787900, el A340- 300 o el A330-300, entre otros…

Gracias a las transmisiones que estos fiebres generan desde los terrenos vecinos al Santamaría, las espectaculares naves de aerolíneas como KLM, Iberia, Lufthansa, Edelweiss y Air France pueden seguirse en vivo desde la comodidad de su casa, así como cuando llegan los vuelos de carga de Atlas Air, Kalita, Aeroméxico y Qatar Airways, por mencionar apenas unos cuantos.

DESDE CHIQUILLOS

Como a muchos otros ticos, los protagonistas de esta historia también iban a ver aviones al Santamaría, cuando familias enteras hacían días

aman lo mismo: los aviones y la fotografía; eso los hace afines.

Los otros dos que componen Aeronáutica TV son Roberto Martínez y Dennis Ramírez. Ambos se dedican a la fotografía pero son quienes se encargan de operar las cámaras de video durante las transmisiones, de forma rotativa.

PASIÓN Y DISFRUTE

Los cinco amigos —que previo a Aeronática TV no se conocían— disfrutan de llevar por medio de una página web algo de alegría y entretenimiento a miles de seguidores, quienes aguardan con ansias sus actualizaciones sobre algunas de las máquinas voladoras más llamativas que llegan al país. Días atrás, por ejemplo, la atención la captó el C-32 de los Estado Unidos que trajo al secretario de Estado de esa nación, Antony Blinken.

Ellos son los que mantienen al tanto a los seguidores sobre los horarios en los que aparecerán los vuelos comerciales de gran tamaño. Es por ello que los alrededores de la terminal se llenan de personas que van a disfrutar de las grandes aeronaves, sin dejar de pasar de lado además los vuelos comerciales más comunes que nos

MEJORA CONSTANTE

Desde que empezaron las transmisiones, hace un año, estos entusiastas han mejorado su equipo técnico Entre todos se echan la mano para comprar lo que sea necesario, e igual esperan poder tener mejores oportunidades para seguir llevando calidad en lo que hacen.

Su trabajo lo puede seguir en Facebook e Instagram como Aeronáutica TV.

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