La Nacion Costa Rica

ASÍ VESTÍAN LOS TICOS EN EL AÑO DE LA INDEPENDENCIA

KIMBERLY HERRERA kimberly.herrera@nacion.com

La ropa sencilla hecha a mano era la que predominaba hace dos siglos, cuando la moda era el menor de sus intereses. Sus mejores trajes los dejaban para la misa de los domingos, en la que las mujeres casadas

llevaban crucifijos y las solteras relicarios

Ala plaza de Cartago llegan, poco a poco, costarricenses de diferentes partes del país cargados de productos. Unos arriban a pie, otros en mulas, pero todos cargan artículos de diferente tipo en sus manos.

Es una mañana soleada de sábado de 1821 y, como ya es habitual, el día comienza con el mercado, una actividad muy afamada durante los fines de semana de la época.

Los primeros en asomarse son los ticos que llevan cosas para vender o intercambiar. Tan pronto llegan se colocan uno al lado del otro y sacan todo lo que cargan. Lo acomodan bien, para que los clientes lo puedan ver mejor.

En los tramos improvisados hay todo tipo de artículos: frutas, verduras, granos e incluso ollas.

Sin embargo, entre ese conglomerado de puestos, hay uno que llama la atención más que los demás. Se trata de un tico que ofrece telas importadas, algo que no es muy común en la

Costa Rica de principios del siglo XIX.

A este tramo no falta quién se acerque, pues por curiosidad muchos desean palpar las telas que ofrece el comerciante. Desean conocer la diferencia con las populares mantas, materia prima con las que están hechas la mayor parte de las prendas que usan los costarricences de ese entonces.

Son llamativas y de una mejor calidad, no obstante, solamente unos cuantos pueden adquirirlas.

En 1821 Costa Rica era muy pobre, los recursos eran limitados y en los hogares solo había lo necesario para vivir. La ropa no era la excepción.

“En general, aquí fue como muy soso el proceso de Independencia, en comparación con otros países. Especialmente en cuanto lo que tiene que ver con vestuario, por muchas razones: por la poca población que había en ese entonces y porque realmente la gente no tenía dinero y, la que tal vez podía manifestar más interés en vestuario europeo, era muy poquita”, afirma el diseñador Rob Chamaeleo, director global de la agencia The

Aegency.

En esa época no importaban las tendencias, lo que dijeran las revistas de moda, ni mucho menos los colores de temporada.

Para ese entonces nadie pensaba en tener los accesorios de marca que vio en una tienda (porque ni siquiera existían negocios de joyas en Costa Rica) o en hacerse un cambio de look.

En ese año (así como en los años anteriores y posteriores) lo que importaba era que las mujeres tuvieran su camisola y su falda; mientras que los hombres su camisola y sus pantalones cortos para poder realizar sus labores diarias.

“Como era tan escasa la cantidad de dinero que teníamos y la población que había, no teníamos tanta riqueza en el vestuario, de hecho, no había casi nada. La ropa de 1821 reflejaba colonialismo”, detalla el experto.

ROPERO DEL TICO

En 1821 las pasarelas y los modelos eran simplemente algo totalmente desconocido para la población.

Si bien en el continente europeo ya podían existir diseñadores destacados que imponían la moda de la época, en Costa Rica eran los mismos ticos quienes diseñaban la ropa que utilizaban.

De hecho, uno de los principales oficios que tenían las mujeres de la época era la costura. Y no era un trabajo que se hacía con una máquina de coser, era una labor que realizaban a mano.

“En ese momento los ticos tenían que ser creativos para hacer sus propias cosas, eran sumamente recursivos”, asegura Chamaeleo, quien también es director de la carrera de moda de la Universidad Creativa.

también se podía reconocer a las personas con más recursos económicos porque se cambiaban su vestuario más de una vez al día.

En general, las mujeres de la época lucían su cabello atado con un listón, aunque en algunos momentos lo dejaban suelto, principalmente en actividades especiales (que eran muy pocas).

Además, a las mujeres más adineradas se les podía ver de vez en cuando luciendo una peineta, principalmente en ocasiones especiales; así como guantes que se hacían de cuero de ternero, que era más ligero.

“Todo era muy humilde, por lo que para 1821 no habían tantas innovaciones. Pero más adelante, después de la Independencia, con un poquito más de riqueza, habían técnicas para hacer que el cabello se mantuviera arriba. Por ejemplo, se utilizaba un tipo de rulos, que los mojaban en champán o en un tipo de azúcar para que quedaran duros. Entonces, se mantenía la forma.

“Claramente, al día de hoy, un experto no te va a decir que esa era la forma más sana de tener el cabello, pero en ese momento era como lo hacían, ellos de verdad que hacían todo lo posible. La gente era recursiva y creo que eso es algo muy, muy importante de rescatarle al tico, porque realmente buscaron cómo hacer las cosas”, comenta.

En cuanto a la ropa interior no había mucha ciencia. Las mujeres utilizaban un tipo de bata debajo de la camisola y la falda.

OCASIONES ESPECIALES

La actividad por excelencia de la época era la misa, que se realizaba todos los domingos con gran afluencia de ciudadanos.

Para esa actividad, las personas sacaban lo mejor que tenían en su armario.

“La gente intentaba tener lo más que pudiera para poder pavonearse en las misas, en las iglesias y demás, para poder enseñar eso que tenían. Pero siempre dentro de sus propias limitaciones económicas”, detalla Chamaeleo.

Las mujeres llevaban su crucifijo, si eran casadas, o relicarios, si eran solteras. Además, las más pudientes llevaban un velo que eran hecho con telas más finas.

También, en esta actividad religiosa se podían observar más personas luciendo sombrero de copa.

Como la vida era tan limitada y no se podía acceder a ropa de alto costo, habían quienes conseguían patrones de revistas que provenían de Francia, España y Portugal, y los trataban de emular.

Esta es una tendencia que se da más frecuentemente hacia 1841, donde se comienzan a ver pequeños cambios en la vestimenta.

“Las personas agarraban estos patrones y trataban de replicarlo. Veían a una persona con dinero y hacían el mayor esfuerzo para que la ropa se asemejara a la de esa persona, dentro de sus limitaciones”, explica.

¿Y EL TRAJE TÍPICO?

Aunque por años las escuelas, colegios y grupos folclóricos han utilizado los afamados trajes típicos para las fiestas patrias, lo cierto es que estos distan mucho de la ropa que realmente se utilizaba durante la colonia y cuando Costa Rica se independizó.

Las blusas que actualmente se usan y que son generalmente blancas con ‘vuelitos’ y hombros descubiertos, no existían. Mientras que la enagua larga que casi siempre incluye tres colores diferentes y que cubre desde la cintura hasta los pies no estaban ni cerca de utilizarse en aquellos años.

“En ese momento, la idea del traje típico no existía como traje típico. O sea, si existían ciertas derivaciones de vestimentas indígenas con ciertas decoraciones que se ponían en el vestuario, pero el traje típico como lo vemos hoy, por ejemplo, no existía por la cantidad de color que tiene, los pigmentos que tiene. O sea, eso así, en el 1821, en una Costa Rica pobre y apenas saliendo de una independencia, no existía.

“El traje típico del campesino, por ejemplo, era totalmente blanco. Ahora vemos a los chiquitos usar jeans y camiseta blanca y eso sí se da, pero un poco más adelante. Es decir, fue una evolución, incluso recordemos que el traje típico de Costa Rica se puede incluso observar, de forma similar, en Guatemala, en Panamá y en Nicaragua, porque hay varias versiones de este mismo traje en diferentes países”, detalla Chamaeleo.

Además, en ese entonces, los hombres ni siquiera utilizaban el famoso chonete.

De acuerdo al experto en moda, una de las razones por las que el traje típico ha pasado por una evolución desde 1821, recae en que por años los josefinos, los cartagineses, los alajuelenses y los heredianos fueron muy diferentes en su forma de vestir.

“Se veían como mini colonias dentro de la colonia. Entonces, básicamente, había una distribución de vestuarios, incluso en cada una de las provincias actuales. Por ejemplo, un dato importante es que la gente de Cartago y Heredia eran más elegantes”, comenta el diseñador.

En el caso de Costa Rica, la idea de este vestuario comenzó a tomar relevancia después de que el café se posicionó en el país y que le permitió crecer económicamente. En otras palabras, se empezó a utilizar cuando la moda era más importante entre los ciudadanos, pues había más dinero para vestir mejor y llegaban al país más extranjeros de quienes se podía observar otras tendencias vanguardistas.

Además, Chamaeleo es enfático en que el traje típico, como se conoce actualmente, es una derivación de mezclas de moda españolas y francesas con la costarricense.

CONSTANTE CAMBIO

Aunque en la actualidad se ven nuevas tendencias, colores y opciones para todos los gustos, hace dos siglos atrás en Costa Rica los ciudadanos no tenían esa oportunidad de escoger entre una o la otra.

Por el contrario, más bien se adaptaban a lo que había y reflejaban la humildad en la

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