Turrialbeños comienzan a levantarse

Entre escombros, a una semana del desastre, relatan sus congojas

Al cumplirse una semana del temporal que generó más de 330 incidentes en Turrialba, uno de los cantones más golpeados, poco a poco vecinos y comerciantes intentan retomar su cotidianidad.

Un recorrido por la ciudad y alrededores muestra como el comercio, los servicios públicos y el transporte recobran lentamente la dinámica en medio de las heridas que dejó el fenómeno hidrometeorológico extremo, del 22 al 26 de este mes.

Algunas retroexcavadoras comenzaron este jueves, luego de una leve mejoría en el tiempo, a dragar los cauces para remover palos, ramas y troncos de enormes árboles que quedaron en ríos como el Turrialba, Tuis y Colorado, los cuales generaron las crecidas que arrasaron con casas, calles y puentes.

La terminal de buses Rojas Cortés, que está situada sobre los ductos que canalizan el río Colorado, en el centro de la ciudad, todavía no está en funcionamiento, por lo que las unidades de transporte público recogen y dejan a los usuarios en diversos puntos, a la intemperie.

De acuerdo con Rafael Rodríguez, empleado de esa terminal, al estar justo en la zona donde el río se desbordó, los constantes trabajos para remover el barro apenas van llegando a su fin y están a la espera de una valoración de las bases.

Así las cosas, los viajeros de Aquiares, barrio Carmen Lyra, El Mora, Sictaya, Azul y Grano de Oro, entre otros, aún deben abordar y bajar de las unidades en puntos dispersos, como los alrededores del parque.

El complejo comercial Pasaje Rojas Cortés, en la misma zona de la terminal, aún tiene locales con ventanas rotas, debido a las embravecidas aguas y los troncos que arrastraban las corrientes.

Algunos comerciantes no han vuelto, mientras que otros poco a poco readaptan sus puntos de venta para tratar de captar clientela y seguir adelante.

Extraña su moto. Cristian Calderón, de 44 años, quien tiene un quiosco donde distribuye accesorios para celulares, afirma que solo Dios le da fuerzas para retomar su negocio.

La tarde de aquel jueves, cuando el río se desbordó, no tuvo tiempo de nada, solo de cubrir el quiosco con un toldo y salir del sitio cuando el agua ya le llegaba a las rodillas. Como su puesto no se volcó, al día siguiente pudo recuperar parte de la mercadería, pero otra se dañó.

Afirma que, además de perder muchos de los artículos, su moto, que desde hace dos años le servía para viajar todos los días de Juan Viñas a Turrialba y viceversa, la tuvo que ir a juntar a 300 metros de donde solía parquearla.

Ahora, cruza los dedos para que el mecánico le diga que el motor se salvó.

“Yo tengo tanta fe en Dios de que el mecánico me diga que el motor gira. El resto no me importa como se vea, porque lo demás es estético”, dijo.

Dice que le ha costado mucho adaptarse de nuevo a viajar en bus porque, pese a que se exige el uso de mascarillas, la distancia entre personas es de solo 20 centímetros, y teme contagiarse de covid-19.

En ese mismo inmueble, Gerardo Fuentes, dueño del bazar y tienda El Carmen, tuvo que pasarse a otro local más pequeño, pues solo rescató la tercera parte de la mercadería.

Cuenta que aquel jueves un portón metálico impedía la entrada de barro y palos, hasta que un carro fue arrastrado e impactó el portón, por lo que de repente se oyó un golpe, luego la explosión de vidrios de varios locales, y todo se salió de control, pues el agua corría llevándose las prendas.

Con la ayuda de familiares, esta semana volvió a levantar su negocio. Estima las pérdidas en unos ¢10 millones. Damnificados. Un reporte de la Comisión Nacional de Emergencias (CNE), de este jueves, reflejó que ahora son 1.704 personas las que permanecen en 28 albergues, a nivel nacional.

Por otra parte, la Comisión hizo ayer un cambio de alertas.

Con esto, el Caribe, la zona norte, Sarapiquí y Turrialba permanecerán en alerta amarilla (preparación ante cualquier eventualidad), mientras que en el Valle Central la alerta es verde (fase informativa).

En tanto, el litoral Pacífico estará sin ninguna alerta.