‘Yo lloraba al ver como el agua se llevaba todo’

El jueves pasado, cuando empezó a llover fuerte, Lucía Membreño decidió amarrar al techo los enseres domésticos para protegerlos del agua. No en vano está acostumbrada a las inundaciones periódicas en la comunidad 23 Millas, en Matina.

“Desde la llena pasada yo tenía la marca hasta donde había pasado (el agua). Entonces, de ahí para arriba yo subo mi refri, los sillones con toda mi ropa y el ropero. Pasamos toda la noche esperando, solo con las camas abajo, pero el viernes (anterior), como a las tres de la tarde, fue cuando se llenó.

”Cuando miré ya iba todo. Yo lloraba al ver como el agua se llevaba todo. Deseaba tirarme al agua para evitar que se fueran, pero mi hija me decía: ‘Lo material se recupera’. Fue tan grande la llena que hasta ganado pasó ahí por el corredor de mi casa; (...) ahí iban los terneros”, contó.

Esta mujer, madre de dos hijos mayores de edad, y conserje en la Escuela de Matina, tiene más de 30 años viviendo en 23 Millas. Allí, con un préstamo, logró construir una casa prefabricada de una planta.

El viernes anterior, cuando empezó a inundarse su vivienda, un hermano que vive a 50 metros llegó para decirle que saliera y se fuera para la casa de él, que es de dos pisos. “Me tuvieron que sacar amarrada con un mecate porque el agua casi me tapaba”, narró.