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Costa Rica arrastra problemas fiscales desde su Independencia

››Había deuda interna y la provincia heredó una deuda externa del Gobierno Federal

Patricia Leitón pleiton@nacion.com

Después de 1821, cuando el Estado de Costa Rica da sus primeros pasos como nación independiente, lo hace con problemas fiscales.

Así se nota en los registros de entradas y salidas del Tesoro Público de 1826, en los cuales el país no lograba cubrir sus gastos con los ingresos por impuestos que recibía, lo cual lo obliga a asumir deuda interna; así se verá también en lo que el economista e historiador Tomás Soley Güell denomina el Primer Presupuesto de Gastos de Costa Rica, en 1837.

Pero, además, el joven Estado heredará una deuda externa que adquirió en 1825 del Gobierno Federal de Centroamérica.

Respecto a las cuentas del Tesoro de 1826, el historiador de la Universidad de Costa

Rica Jorge León brindó un detalle que se encuentra entre las páginas 281 y 284 del libro Secretaría de Educación (1923), tomo I, Documentos históricos posteriores a la Independencia.

En dicho documento se consignan ingresos estatales por cerca de 16.354 pesos para 1826.

Casi la mitad de los ingresos provenían del “Enterado por la factoría del socorro de estas casas”. León explicó que esto se refiere a la Factoría de Tabaco de Costa Rica.

“Esta (la Factoría) recibía anualmente el pago por los tabacos producidos en Costa Rica que se enviaban a la Factoría de Tabaco de León en Nicaragua, y que una vez vendido el producto en ese país, se reintegraba parte de las ganancias a Costa Rica. Esta siempre fue –desde el final de la Colonia– una cuenta de subvención importante para la Caja de Costa Rica, que, si no, hubiera tenido un déficit mayor al que se muestra en 1826”, detalló León.

Otra buena parte de los ingresos (30%) provenía del “ramo del aguardiente”, que eran impuestos sobre este licor.

Los ingresos que se recibían, muestran las cuentas, alcanzaban para darle al “antiguo Gobierno”, pagar unos cuantos salarios, gastos extraordinarios y réditos a las capellanías.

Todos los gastos sumaban 16.480 pesos, pero, según se detalla en las cuentas, al ministro le faltaban todavía cerca de 12.600 pesos reales más para pagar el resto de salarios, que es la deuda.

El historiador Ronny Viales, también de la Universidad de Costa Rica, añadió que nuestro país hace una apuesta por una economía abierta en la cual se daban exoneraciones para fomentar la parte exportadora y se comienza a depender más de los monopolios del Estado, del pago de timbres, del impuesto a ciertos productos y la carga impositiva no alcanza para solventar el crecimiento del sector público y la alternativa es endeudarse.

“Dos elementos importantes que pueden significar una particularidad en el caso nacional, que hicieron crecer ese déficit sobre todo en inversión, son la inversión en educación y la inversión en salud, aunque había ahí un apoyo también de ciertos elementos de la élite, también de la Iglesia, que también era potencia crediticia en la época”, comentó Viales.

“Ya desde esa temprana época teníamos problemas. Es solo que la magnitud ha cambiado, pero el mismo tipo de problemas sigue existiendo”, comentó León.

Y es que, casi 200 años después, los gastos siguen superando a los ingresos que provienen de la recaudación de impuestos. Una muestra es el proyecto de Presupuesto del 2022, por ¢11,5 billones, de los cuales los ingresos por impuestos solo cubren el 52,8%.

Primera deuda externa. Sumado a las débiles finanzas públicas de la provincia, el Gobierno Federal asumió, en 1825, un préstamo externo con la casa prestamista inglesa Barclays.

Segun relata Soley Güell en el libro Historia Económica y Hacendaria de Costa Rica, publicado en 1947, el empréstito era por $7.142.857, de los cuales solo se recibieron $5.000.000 y el resto se dejó para atender los primeros pagos de la deuda.

El dinero se gastó, en buena parte, en actividades revolucionarias.

“Los Estados no recibieron ningún auxilio y, sin embargo, quedaron obligados, al romperse el pacto federal, a pagar el empréstito. Y así lo hicieron después de habar asumido su soberanía”, relata Soley.

Según detallan David Díaz y Ronny Viales en el libro Independencias, Estados y Políticas en la Centroamérica del Siglo XIX, en el caso de Costa Rica le correspondió un doceavo de la deuda (8,5%) y fue el primer Estado en pagarla, en 1840.

Adelanto administrativo. Pero no todo lo relacionado con las finanzas públicas de la primera mitad de 1800 fue negativo. Soley relata en Historia Económica y Hacendaria de Costa Rica, que lo que él denomina el Primer Presupuesto de Gastos de Costa Rica, de 1837, tenía características positivas.

“Revela un adelanto administrativo notable, puesto que, antes de su publicación, los sueldos y erogaciones del joven Estado se dictaban en distintas leyes que no guardaban, como dice el Decreto de la Tarifa General, la correlación debida”, indica Soley.

Además de este decreto, se fijan normas fiscales según la ciencia hacendaria, por ejemplo, que el Tesoro del Estado lo forman todas las rentas públicas y son del mismo Tesoro todas las erogaciones.

Sobre la fijación de los salarios públicos de la época, Soley relata que había flexbilidad.

“Pero esas alteraciones no fueron siempre en aumento, como impone, por ley económica, el mismo desarrollo de los Estados. Varios fueron los decretos rebajándolos o suprimiendo empleos por los agobios de la incipiente Hacienda Pública”, relata el autor.

Pese al avance contable, eran notorias las debilidades fiscales. Sobre este primer pre

supuesto, Soley indica: “Con graves dificultades, por lo desmedrado de la riqueza imponible, tropezó el Estado para crear rentas que bastasen a cubrir los modestos gastos de la administración.

”Esto les parecerá natural a quienes recuerden que Costa Rica salió del coloniaje con escasa población, pobre agricultura, una menos que incipiente industria y cortísimo comercio”.

Dineros de Iglesia y Estado.

Otro aspecto interesante de las finanzas públicas de la época es la relación entre las finanzas de la Iglesia y las del Estado.

En el libro de Soley, se relata que en 1835 el Estado intentó suprimir el diezmo y hacerse cargo de los gastos del culto, pero luego esto se suspendió.

“La supresión de los diezmos sirvió también de pretexto para las agitaciones revolucionarias. El clero no se avenía con tal supresión, por más que en el decreto de 1835, el Tesoro se hacía cargo de las atenciones del culto, para lo cual establecía un gravamen de cuatro reales anuales sobre los propietarios de 10 o más manzanas de terreno y sobre cada caballería de terreno que tuvieran”, detalla Soley.

También relata el libro que en el Reglamento General para la Hacienda Pública del Estado, un decreto de 1839, donde se organiza la Hacienda Pública, indica que hay una Hacienda del Estado, otra de la Iglesia, la Pública Municipal y para la enseñanza. Al frente de todas ellas, estaba el intendente general.

El historiador Viales explicó que la potencia de la Iglesia tenía que ver con lo que se podría llamar el legado colonial.

Relató que existían diferentes mecanismos como cofradías y capellanías, que también algunas funcionaban como instituciones crediticias, y la Iglesia se convierte en un elemento que también genera crédito para dinamizar las relaciones económicas que se empiezan establecer, pero da inicio el conflicto relativo entre Iglesia y Estado.

“Por lo tanto, a la Iglesia entra dinero, maneja dinero y también vía legados, por ejemplo, herencias de difuntos para fines específicos que se pueden invertir en términos de obra social.

”En algunos casos, se puede financiar, inclusive la creación de un hospital público, de algunos asilos, también la atención a ciertos grupos vulnerables como niños, personas viudas, etcétera, pero finalmente el conflicto es cómo cobrarle los impuestos a la Iglesia”, comentó Viales.

ECONOMÍA

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2021-09-16T07:00:00.0000000Z

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