La Nacion Costa Rica

‘Estuve preso 46 días por llevar agua a una huelga de hambre’

José Andrés Céspedes jose.cespedes@nacion.com

Durante 46 días estuvo detenido por llevar botellas de agua a madres de presos políticos que realizaban una huelga de hambre en una iglesia en Masaya. Este es el relato de un nicaragüense solicitante de refugio, a quien, según dijo, las autoridades lo acusaron junto con otras 15 personas de tráfico y uso ilegal de armas.

Esa fue una de las razones que, según su historia, lo llevaron a huir hacia Costa Rica, ya que desde que se integró a un grupo opositor de la dictadura de Daniel Ortega también se convirtió en blanco de la represión y, cuando intentó impulsar reformas para las elecciones presidenciales del 7 de noviembre, el asedio policial incrementó y se vio en grave peligro.

“Cuando empezaron a meter preso a todo mundo, mi familia y yo tuvimos que resguardarnos. Luego tuve la posibilidad de escabullirme del asedio y no regresé a mi casa porque estuve en un sitio de seguridad por cinco semanas. Como vi que la represión no mermaba, tuve que venirme para Costa Rica para continuar con mi incidencia por medios digitales, pero fue muy difícil porque tuve que dejar absolutamente todo.

“Sabía que no me iban a dejar pasar por los puestos fronterizos oficiales, entonces me tocó cruzar por un punto ciego de manera irregular. Cuando llegué aquí a solicitar refugio me dieron un carné provisional mientras continúo el proceso y me agendaron la cita de elegibilidad para el 2026”, contó.

La detención.

El día que lo arrestaron, recordó, él junto con otros 60 individuos intentó llevar agua a las personas en huelga de hambre, la mayoría adultos mayores, pues la Policía cortó el suministro de agua y energía eléctrica de la iglesia donde estaban. No obstante, los oficiales no los dejaron pasar e incluso los amenazaron con golpearlos y capturarlos si no se retiraban.

“Tomamos la decisión de irnos, pero cuando íbamos en nuestros carros a unas cuadras de la iglesia fuimos interceptados por patrullas; nos detuvieron y nos llevaron a Managua, a la cárcel El Chipote, que es donde están los presos políticos. Nos acusaron de tráfico y uso ilegal de armas, nos hicieron, supuestamente, pruebas de parafina y dictaminaron que teníamos rastros de pólvora en los brazos y en la cara.

“A los días de que nos detuvieron, nos pusieron en fila frente a nuestros vehículos y en nuestra cara iban con una bolsa sacando armas y poniéndolas en los carros. Como que querían que nosotros viéramos que estábamos en sus garras, que ellos hacen lo que quieren y que no podíamos hacer nada al respecto. Nos tomaron fotos y a los días esas armas ya estaban clasificadas como evidencia para usarla en el juicio”, relató.

Según él, como lograron realizar transmisiones por Facebook cuando intentaron brindar ayuda en la iglesia, algunas personas guardaron los videos. Eso ayudó a que las autoridades policiales no lograran sostener sus acusaciones por más de 46 días.

Antes, cuando una persona era detenida, la Fiscalía y la Policía tenían 48 horas para acusarla o liberarla, pero Ortega hizo una modificación para ampliar ese plazo a 90 días. Dicho cambio, aseguró, se hizo para enviarle un mensaje a los líderes de la oposición de que podían ser apresados a pesar de no cometer un delito comprobable y únicamente bajo la excusa de que están siendo investigados.

Actualmente, añadió, hay más de 150 presos políticos, los cuales pasan aislados en celdas que no están construidas para larga estancia; deben dormir en el cemento con colchonetas simbólicas de una pulgada; no hay inodoros y se bañan en una pila con agua estancada. Algunas celdas ni siquiera tienen entrada de luz, además de que no se permite hablar ni leer y solo se sale para ser requisado.

“Yo todo lo que hago día a día es para poder regresar a Nicaragua. Y no me malentiendan, Costa Rica es muy lindo y ha sido muy amable con nosotros por abrirnos las puertas, pero quiero estar en Nicaragua, no acá. Yo sigo trabajando para ver de qué manera contribuir a que se restablezca la democracia en Nicaragua, liberen a los presos políticos y haya condiciones para el retorno seguro de los exiliados. Entonces sí, en cuanto yo pueda regresar a Nicaragua sin ir preso o que me maten, yo regreso”, finalizó.

EL PAÍS

es-cr

2021-11-28T08:00:00.0000000Z

2021-11-28T08:00:00.0000000Z

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