La Nacion Costa Rica

COMO CHIQUILLA DE 15

Karen Fernández karen.fernandez@lateja.cr

En San Antonio de Desamparados, 300 metros al este del cementerio, se luce una señorona de 170 años que gracias a una inversión de ¢80 millones quedó como chiquilla de 15.

La viejita de la que hablamos es una casona de 1851 que desde el 2014, cuando la compraron sus actuales dueños --los Koo Li-- se encontraba en abandono. Gracias a la lucha dada ante los Tribunales de Justicia por la Municipalidad de Desamparados fue posible rescatarla.

Así lo contó el alcalde desamparadeño Gilberth Jiménez, quien se siente orgulloso de haber salido adelante en esta lucha que le permitirá al cantón conservar una partecita de su historia.

“Cuando los nuevos propietarios la compraron no les dijeron que era patrimonio y cuando se empezó a deteriorar, la municipalidad comenzó a hacer las gestiones para buscar restaurarla”, explicó Jiménez.

La casona de adobe y bahareque (básicamente barro y otros materiales) fue muchísimos años propiedad de la familia Delgado Carvajal, muy popular y querida en la comunidad por su buen corazón.

“La gente de la época acostumbraba acercarse a verla, siempre llamó la atención su bella arquitectura criolla y fue la primera escuela de San Antonio, muchos desamparadeños tuvieron allí sus primeros estudios y eso le da mayor relevancia”, agregó el alcalde.

Regalones. La familia Delgado Carvajal tenía árboles frutales en la propiedad y era común que los chiquillos que pasaban salieran con un banano, un buen mango o una naranja. Nadie se iba con las manos vacías.

“Don José Luis Delgado Carvajal, conocido como Vicho, fue el propietario muchos años. Era una persona muy conocida, él y su familia, gente muy importante para esta comunidad. Creo que todos los sanantoneños vinimos aquí a comprarle a doña Tina chayotes, plátanos y ¡qué sé yo qué más! Entonces, siempre ha estado en el corazoncito como parte del pueblo de San Antonio”, explicó Rafael Flores, coordinador de Cultura y Turismo de la Municipalidad de Desamparados.

Antes de pertenecer a los Koo Li, la casa y la propiedad fueron de Hannia Díaz, quien la mantuvo bien cuidada hasta donde pudo, pero luego de su venta ( en 2014) se fue deteriorando.

En setiembre del 2020, ya con la in ter vención de la muni, empezó la restauración de esta belleza con techo de tejas y corredor, como eran las casas de los abuelos.

“Siempre hubo intención de poner este proyecto en marcha y que la casa recobrara su color y su vida, por dicha se pudo llegar al acuerdo entre todas las partes involucradas para iniciar las obras. La restauración fue un proceso relativamente rápido y se inyectaron los recursos para que avanzara como tenía que ser”, afirmó Kasen Lam, vocero de la familia propietaria.

Saber unido. Las obras corrieron por cuenta de los dueños actuales, quienes antes pidieron la asesoría del Centro de Investigación y Conservación del Patrimonio Cultural.

Ante la particularidad de meterle mano a una centenaria casona de adobe y bahareque, el Centro buscó a su vez el apoyo de la Universidad de Costa Rica y eso se concretó en la tesis de licenciatura en Ingeniería Civil de Ariel Solís.

La arquitecta contratada por la familia Koo Li fue Sarita Marín, quien dijo que hubo mucho qué hacerle a la anciana casa debido al vandalismo que había experimentado.

Restauraron ventanas, puertas, cerchas, vigas, cielorrasos, paredes y pisos de madera. Hicieron lo mismo con paredes a punto de colapsar. “Tal vez un cincuenta por ciento de la casa fue totalmente restaurada”, calculó Marin.

Fue necesario fabricar el adobe como se debe, con tierra, boñiga, paja y agua y dejar secar los bloques un mes antes de poder colocarlos.

“En las paredes de bahareque tuvimos que poner la caña brava (una planta) y también barro con boñiga para hacer la restauración. Trabajar con esos materiales fue el mayor reto, que nos llevó tres años, entre investigación y puesta en práctica”, afirmó la arquitecta.

Las obras también incluyeron reparación del techo y su estructura, instalación de un nuevo sistema eléctrico, repello y pintura, cambio de columnas exteriores de madera, reconstrucción y restauración de pisos (que son lindísimos) además de trabajos complementarios como la restauración de la baranda de madera de la fachada.

En alquiler. Una buena noticia es que la casona estará abierta como local comercial, como cafetería o restaurante, según dijo el vocero de la familia dueña.

“Queremos darles la bienvenida a todos los de la comunidad para que puedan venir a disfrutar y apreciar esta obra arquitectónica criolla tan importante”, destacó Lan.

¿Imaginan lo que puede ser tomarse un yodito chorreado en una casona como esas? Eso debe de saber a gloria.

Nuestro Tema

es-cr

2021-05-07T07:00:00.0000000Z

2021-05-07T07:00:00.0000000Z

https://lanacioncostarica.pressreader.com/article/281513639025654

Grupo Nacion