La Nacion Costa Rica

SANGRE FRÍA ANTE PERROS BRAVOS

Karen Fernández karen.fernandez@lateja.cr

Mónica Chaves salió el miércoles con su hermana y su mamá a pasear a sus perritas y cuando estaban a 700 metros de su casa, se toparon un perro --aparentemente american stafford-- que corría hacia ellas.

Lo que acató a hacer Mónica fue alzar y elevar lo más que pudo a su perrita Nala para que el perro no la alcanzara. Eso le salvó la vida a su mascota, pero el perro la agarró contra ella y le mordió la pierna izquierda varias veces, lo que ameritó varias puntadas, nos contó su padre, Alvaro Chaves.

Don Mario, un verdulero que estaba cerca, en el barrio Abedules de Curridabat, agarró al perro por detrás para cortarle el aire y eso hizo que soltara a Mónica.

Eso que les pasó a la joven le puede pasar a cualquiera. En estos tiempos de pandemia, mucha gente sale a caminar para hacer ejercicio, mantenerse saludable y distraerse, pero hay comunidades donde un sencillo paseo se vuelve peligroso por los perros que uno podría encontrar.

La Teja conversó con dos expertos en comportamiento animal para tratar de conocer qué debemos hacer si nos pasa algo como lo que vivió Mónica.

Primero: Si ya tiene identificado un sitio donde sabe que hay un perro peligroso, hable con el dueño y si este no hace nada para corregir la situación y usted debe seguir pasando por el sitio, grabe un video como prueba y, si decide denunciar, adjúntelo a esta.

Rubén Rodríguez, de la Federación Canina de Costa Rica, nos dijo que la denuncia debe interponerse ante el Ministerio de Salud, que coordinará con el Servicio Nacional de Salud Animal (Senasa).

Las denuncias se pueden poner a través del Área Rectora de Salud en donde se estén presentando los hechos o al correo dac. denuncias@misalud.go.cr, hay que detallar el caso, adjuntar fotos o videos y poner la dirección exacta de los perros.

No es su culpa. Un perro no tiene la culpa de atacar. El animal es una víctima del manejo que le ha dado su dueño desde cachorro, nos dijo David Peiró, conductivista del comportamiento animal y socio de la Escuela Canina Fogaus.

“Cada perro es un mundo y hay muchos tipos de agresividad. Puede estar atacando porque tuvo malas experiencias con personas, como que le tiraran piedras, una moto que lo atropelló y por eso las persigue, que lo separaron tempranamente de la mamá y por eso no controla su boca o simplemente tiene un instinto asesino muy grande”, explicó Peiró.

Ante un perro bravo es clave no echar a correr, eso activa el instinto cazador y es una invitación a el perro a perseguirlo.

“Si tiene la sangre fría para mantener la calma, gírese y dele la espalda al animal para ignorarlo y no darle importancia, cuando se la damos, ya el perro tiene el poder”, agregó el experto.

No debemos olvidar que el perro cumple una labor territorial y, por lo general, le ladra a la gente cuando pasa cerca de “su” propiedad.

“Cuando la persona está asustada por el riesgo del ataque, empiezan a acelerarse los latidos de su corazón y a subírsele la adrenalina, lo que es detectado por el animal desde unos 150 metros de distancia”, explicó Rodríguez.

Para el perro, cuando usted pasa por el frente de su casa y él le empieza a ladrar y usted continúa su camino y desaparece de su vista, él lo entiende como que logró espantarlo.

No lo rete. Si se topa de pronto a un perro con cara de pocos amigos, nunca se le quede viendo a los ojos mientras camina hacia él. El animal lo entiende como que va a ser atacado y su reacción será defenderse.

El ladrido de un perro es una advertencia para que usted se aleje, pero si se le viene encima a atacarlo, busque cómo subirse a algo hasta que el perro se vaya; si no se va, quédese ahí y pida ayuda.

En el caso de que el perro que lo podría atacar es pequeño o mediano (la cabeza le llega a la altura de su rodilla) quédese quieto, eso le va a bajar la intensidad al perro e incluso si lo muerde, no va a ser letal.

“En el escenario de un perro pequeño, plántese firme, haga un sonido fuerte para espantarlo (¡chu!) y haga el ademán de que le va a tirar una piedra (nunca se la tire)”, detalló Rodríguez.

En el caso de perros más grandes, el cuidado debe ser mayor porque sí podrían dañarlo, como ocurrió con Mönica.

“Su ataque podría morderle la arteria femoral y desangrarlo en quince minutos o incluso saltarle y morderle el cuello. Si uno se pone a batallar con ellos, lleva las de perder”, agregó don Rubén.

Si ya es inevitable el ataque, protéjase el cuello.

“Si usted tiene con qué defenderse y ve su vida en peligro, puede hacerlo en legítima defensa, pero debe estar justificada y proporcionada. Pero eso implicará un tema penal, deberá demostrar que efectivamente es así para librarse de una denuncia de maltrato animal, siempre y cuando usted no esté ingresando a una propiedad privada”, explicó Rodríguez.

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2021-07-30T07:00:00.0000000Z

2021-07-30T07:00:00.0000000Z

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