La Nacion Costa Rica

BELLA CARNADA PARA MATAR A EMPRESARIO

Adrían Galeano Calvo adrian.galeano@lateja.cr

Una hermosa joven que se ganaba la vida como “dama de compañía” se convirtió en carnada para que una mujer apellidada Rosey Vargas Mora guiara a su expareja, el empresario James Norris, un estadounidense millonario, hacia una trampa mortal.

La muchacha, quien no sabía lo que le esperaba al norteamericano, fue una de las principales piezas del macabro plan de Vargas Mora para adueñarse de los bienes del extranjero, quien también era su socio en varias empresas.

Para no “ensuciarse” las manos, Vargas contrató a dos “quiebraventanas” de Hatillo, de apellidos Treminio Gómez y Carcache Castillo, quienes el martes 17 de febrero del 2009 asesinaron de varios balazos a Norris, de 47 años, en la entrada de su discoteca Boungavillea, en La Palma de Parrita, Puntarenas.

La mujer pensó que el plan le había salido a la perfección; sin embargo, los agentes del OIJ de Quepos le echaron todo a perder.

Uno de los investigadores fue Víctor Chaves, hoy subjefe del OIJ de Liberia.

“Afortunadamente pudimos determinar que a esta señora la codicia la envenenó a tal punto que buscó la forma de darle muerte al señor Norris, con el fin de quedarse con todos sus bienes”, mencionó Chaves.

Confiaba a ciegas. La historia entre Norris y Rosey Vargas inició a mediados del 2003 luego de que el empresario se vino para Costa Rica, específicamente a Parrita, para hacer varias inversiones, entre estas la construcción de la discoteca Boungavillea.

“Era una persona con una visión muy bonita, en aquel entonces Parrita no tenía locales muy agradables y este señor llamó la atención de todos porque hizo ese establecimiento muy elegante, bastante bonito y lujoso”, recordó el investigador Chaves.

Norris conoció a Rosey y poco tiempo después iniciaron una relación sentimental que uró cerca de dos años, luego se separaron, pero continuaron como socios.

“Este señor depositó toda su confianza en Vargas, de hecho la nombró en varias sociedades que tenía y por unos tres años mantuvieron una relación como de socios”, añadió el investigador.

Dinero de propiedad. Según la investigación del OIJ, Rosey habría empezado a darle forma a su plan a finales del 2008, luego de que Norris decidió vender una de sus propiedades en Playa Palo Seco, en aquel momento valorada en $115 mil (unos ¢72 millones).

Chaves contó que antes de que se realizara la venta, Rosey y un amigo apellidado Casanova, conocido en la zona como Manito, intentaron venderle por debajo esa misma propiedad al señor interesado, pero este le contó al extranjero lo que pasaba y eso dio pie a una discusión entre Norris y la mujer, la cual al final no llegó a más.

Como parte del acuerdo, el nuevo dueño de la propiedad le pagaría a Norris en dos abonos, el primero lo hizo en diciembre y el segundo lo iba a realizar el 20 de enero del 2009. Vargas, al enterarse de esto, decidió poner en marcha su plan para adueñarse de la plata.

La mujer le contó a Manito lo que tenía en mente y este decidió ayudarla, diciéndole que tenía un contacto en puesto diez de La Reforma, en San Rafael de Alajuela, que les ayudaría a contactar a otro reo que conocía a unos sicarios de Hatillo, en San José.

La Policía Judicial logró comprobar que en más de una ocasión Rosey Vargas y Casanova visitaron el centro penal, pero llegaban con el cuento de que iban a ver a otro privado de libertad.

Primer intento. El 19 de enero del 2009, un día antes de que se efectuará el segundo pago por la propiedad, Vargas le pidió a Norris que la acompañara a un restaurante en Parrita para comer con unos amigos.

La mujer logró entretener al empresario hasta la medianoche, tiempo suficiente para que los dos sicarios que había contratado se escondieran en una casa desocupada contiguo a la del empresario, en el Invu de Parrita.

Cuando Norris llegó a su casa los gatilleros ni siquiera lo dejaron bajarse del carro y lo atacaron a balazos, el extranjero recibió varios disparos, pero ninguno comprometió su vida.

“Él denunció en el OIJ que lo habían tratado de asaltar; sin embargo, viendo los detalles descubrimos que el objetivo era matarlo, pues el contó que los sujetos llegaron disparando, le robaron un bolso, pero al observar que aún estaba vivo se devolvieron a dispararle, pero en ese momento salieron varios vecinos y por eso tuvieron que huir.

“El problema fue que el señor era como muy humildón, dijo que eso no era nada, al único compañero que hablaba inglés sí le comentó que le pareció raro eso de que si lo iban solo a asaltar porque se devolvieron para dispararle más, pero ni siquiera supo dar características de las personas”, contó Chaves.

Testamento. En lugar de decepcionarse porque el plan había fallado, Vargas siguió con su objetivo.

“Hay algo muy interesante, porque esta señora previo al homicidio le metió miedo al señor, le estuvo hablando de que luego de ese atentado algo les podría suceder, enton

ces ella lo convenció para que fueran donde una abogada y él firmara un testamento donde en caso de muerte ella se quedaba con sus bienes, de igual forma si ella era la que fallecía él se quedaba con los de ella”, recordó el investigador.

Una vez asegurada la fortuna que recibiría por la muerte de Norris, la mujer nuevamente se puso de acuerdo con Manito para que su contacto en La Reforma los ayudara a contratar, otra vez, a los asesinos, esperando que en esta ocasión no fallaran.

Para este segundo ataque solo contrataron a uno de los sicarios que participó en el primer ataque (no detalló cuál), pues el otro era menor de edad.

Por medio de la investigación descubrieron que Vargas le ofreció al contacto de la cárcel ¢10 millones para que se encargara de contratar a Treminio y Carcache. Chaves dijo que no lograron determinar si dicho pago se realizó, pero él presume que así fue.

Directo a la trampa.

El martes 17 de febrero del 2009, casi un mes después del primer atentado, se ejecutó el nuevo plan de Vargas, que esta vez sí terminó como ella esperaba.

Para evitar que los sicarios fallaran de nuevo, Vargas se las ingenió para entregarles a Norris en bandeja de plata y para esto se aprovechó de “Jazmín”, la joven dama de compañía que trajo desde San José.

“Para nosotros fue interesante saber que él (Norris) estuvo ahí ese día, pues el negocio estaba cerrado, además tenía varios días con gripe, por lo que no estaba de ánimo para ir a ese lugar.

“Luego descubrimos que él fue a la discoteca porque esta señora Vargas había invitado a una muchacha que prestaba los servicios de dama de compañía y que días atrás se la había presentado a Norris”, recordó Chaves.

Trascendió que Norris compartió un rato con la muchacha y luego la fue a dejar a El Tigre de Parrita, pues ella tenía familia en ese lugar, posteriormente regresó a la discoteca, donde se encontraba Vargas junto a otras personas.

El extranjero tenía poco tiempo de estar en el local cuando de pronto una persona encapuchada tocó la puerta de vidrio de la entrada principal, él sin pensarlo mucho fue a ver de quién se trataba, pero apenas abrió fue asesinado de múltiples balazos.

Chaves dijo que cuando llegaron al lugar les llamó la atención el hecho de que había varias personas en la discoteca, al entrevistar a Vargas esta dijo que eso se debía a que todos los martes los empleados de Norris mejengueaban en una cancha de fútbol 5 y luego iban por unas cervezas al local; sin embargo, esto les sonó a puro cuento.

Testigos claves. El investigador dijo que empezaron a sospechar que el homicidio había sido planeado por alguien cercano luego de que realizaron una revisión preliminar del local.

“Ese día usé una escalera para revisar las cámaras de seguridad, especialmente las que apuntaban hacia la entrada principal, y noté que las habían movido, estaban viendo hacia el ciprés, como dice uno, además me percaté de que fue reciente (el movimiento), pues tenían telarañas reventadas”, recordó.

La mira de los investigadores se puso sobre Rosey Vargas luego de que un misterioso hombre se acercó a la escena para hablar con ellos.

“Este hombre pidió hablar conmigo y me dijo que tuviéramos mucho cuidado porque él estaba seguro de que en la muerte del gringo había participado tanto su expareja (Vargas) como un sujeto (Casanova) que andaba por ahí y ya había pasado varias veces”.

Otro elemento clave en la investigación fue la presencia de un hombre misterioso de apellido

Castro, que estuvo presente en la discoteca.

“Para el día del homicidio estaban en la barra Norris, Vargas, una amiga de ella, un muchacho que supuestamente era novio de Vargas y casualmente llegó un sujeto (Castro) que nunca había sido visto en la zona.

“Lo interesante es que todas esas personas manifestaron que se tiraron al suelo y se escondieron, pero el señor que nunca había sido visto ahí y que llegó de casualidad, porque el novio de Vargas lo conoció esa noche en Parrita y lo invitó, fue el único que dio una descripción bastante importante del gatillero”.

Caen asesinos. Todas las sospechas apuntaban a Vargas, motivo por el cual los investigadores decidieron solicitar la orden de un juez para intervenir sus comunicaciones, así fue como descubrieron todo lo que la mujer hizo para orquestar el plan que acabó con la vida de Norris.

“Logramos determinar que este sujeto de puesto diez de La Reforma se comunicó constantemente con Vargas exigiéndole dinero o que de lo contrario iba a hablar con el OIJ, porque estaban llegando a hacerle muchas preguntas”, relató el investigador.

Sumado a eso, el OIJ de San José recibió una llamada confidencial que fue vital para el caso, pues en esta se indicaba que unos quiebraventanas de Hatillo andaban comentando que habían matado a un hombre en Parrita, esto pocos días después del homicidio de Norris.

“Poco después cayó otra información de que estas mismas personas habían protagonizado un asalto a una tienda de celulares en San Pedro de Montes de Oca y cuando se dieron a la fuga chocaron y fueron detenidos. Precisamente se trataba de los sospechosos que eran parte de la investigación nues

tra”, dijo Chaves.

El agente explicó que confirmaron que se trataba de los sicarios que buscaban por medio de rastreos telefónicos y análisis de datos de radio bases, los cuales los situaban en Parrita para el día del homicidio del empresario.

Luego de armar todo el rompecabezas, el 17 de febrero del 2010 el OIJ realizó un operativo para detener a Vargas y a Casanova, además capturaron a una amiga de esta, que era empleada de la discoteca, y al reo que habría ayudado para contactar a los dos sicarios.

En ese operativo también pescaron a un joven de 17 años como sospechoso de participar en el primer atentado contra Norris.

Aceptaron los cargos.

Chaves detalló que al final el Ministerio Público solo acusó penalmente a Vargas, Casanova, Treminio y Carcache, debido a que el reo de La Reforma accedió a colaborar con el OIJ y soltó toda la sopa.

En cuanto a la amiga de Vargas, esta no fue acusada debido a que no había suficientes pruebas en su contra; sin embargo, según el investigador, esta al parecer conocía el plan de Vargas e incluso la habría ayudado a conseguir a la dama de compañía que terminó sirviendo de carnada.

Con respecto al muchacho de 17 años, contra este se abrió una causa en la Fiscalía Penal Juvenil, pero por tratarse de un menor de edad no se pudo conocer en qué terminó dicha situación.

Las pruebas contra Vargas y el resto de acusados eran tan contundentes que en octubre del 2012 decidieron someterse a un procedimiento especial abreviado, para declararse culpables sin la necesidad de ir a juicio.

El Tribunal de Juicio de Puntarenas aceptó la solicitud de abreviado y los condenó a trece años y cuatro meses de prisión por el delito de homicidio calificado y a dos años de cárcel por el delito de tentativa de homicidio calificado, para una condena total de quince años y cuatro meses de prisión.

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