La Nacion Costa Rica

Mamitas entre gigantes

Eduardo Vega eduardo.vega@lateja.cr CORTESÍA

Es tan particular el trabajo de arreglar aviones que Laura Venegas Machado, de El Coyol de Alajuela, ya tuvo que ir a donde estudia su hijo para dar una charla de lo que hace.

Cuando Aryan Montero, quien tiene 5 años, les dijo a sus compañeritos que su mamá arreglaba aviones, todos quedaron con dudas, hasta la profesora, y por eso la mandaron a llamar.

“Me fui con aviones pequeños y con fotos para explicarles cómo es que la mamá de Aryan arregla los aviones y por eso es una mecánica de aviación. Fue un día muy lindo porque pude explicar que soy responsable, junto a muchos compañeros, de cuidar la integridad de las personas al arreglar muy bien los daños de los aviones.

“Mi idea era traer a todos los compañeritos al aeropuerto y enseñarles en vivo cómo arreglo aviones, que vieran un avión y hasta que se subieran a uno, pero vino la pandemia y se tuvo que cancelar”, nos contó.

Llegó en diciembre. Laura tiene 34 años, está casada con Elías Montero y está en sétimo mes de embarazo (será otro hombrecito y se llamará Aziel). Comenzó en el mundo de la aviación en diciembre del 2009 y ya para el 2010 estaba curándoles las heridas a los pájaros de hierro.

En el 2009 la gente de la Cooperativa de Servicios Aero Industriales (Coopesa), la única cooperativa en el mundo que arregla aviones, buscaba trabajadores. Laura aplicó y no olvida que hicieron lo mismo 29 hombres, ella fue la única mujer.

“Los aviones son construidos 90% en aluminio y el otro 10% son otros metales como titanio o un acero especial. Cuando a un avión le pasa un daño que afecta la estructura física hay que repararlo, eso hago desde enero del 2011.

“En aquellos tiempos era la aviación antigua, aviones Boeing MD-80, 727 y 737, muy grandes. Ya para el 2014 la aviación comenzó a cambiar la línea y llegaron los Airbus A-318, 319 y 320 hasta el Boeing 737. El proceso de reparación es muy delicado y detallado”, explica.

Laura entiende que ser mecá

Siempre me apoyó, siempre me dijo que para una mujer no había nada imposible”.

Laura Venegas Sobre su mamá

nica de aviones siempre genera curiosidad en la gente. Incluso su esposo, cuando lo conoció, tuvo que pasar por el proceso del pequeño curso que le toca dar a ella para explicar qué hace, porque tampoco él sabía nada de nada.

La primera vez que les dijo a los amigos que arreglaba aviones, o cuando comparte con gente nueva, sabe que le tocará eso de que ‘la vida útil del metal llega a su fin y por eso cuando alguna parte del avión se hunde, se abre, pues me toca cortar esa parte, instalar la nueva, pegar remaches y dejar perfecta la parte dañada, como si nunca hubiese sucedido para que el avión vuelva a volar por el mundo...”.

Una meta. Hay una curiosidad. A estas alturas tiene un pendiente en su trabajo: meter mano en la reparación de un Boeing 777, el avión de dos motores más grande del mundo.

“Son unos monstruos de aviones, me encantaría trabajar reparando uno, vivir la experiencia con un avión tan grandote, debe ser lindísima”, comenta.

Y además tiene un sueño que, cuando lo cuenta, sorprende: “Andar en avión algún día, jamás he volado en alguno de los aviones que reparé o alguno parecido. Espero algún día volar en los aviones que tanto veo en el taller, está pendiente”.

Cuando hablamos con ella quiso mencionar a doña Daisy Machado Álvarez, su mamita. “Siempre me apoyó, siempre me dijo que para una mujer no había nada imposible. Mami estuvo en todo momento para ayudarme y dejarme bien claro que yo podía hacer cualquier cosa y eso me llenó siempre de motivación”.

La herediana. Rebeca Morales Núñez tiene 26 años y comenzó a trabajar en Coopesa en el 2017.

Comenta que también al puesto en el que trabaja reparando aviones le dicen lamineros. “Cuando me contactaron de Coopesa yo ni sabía que existía la empresa, éramos 23 personas y solo tres mujeres y con el tiempo solo quedé yo de mujer en ese grupo.

“Es un trabajo muy inusual, diferente. Cuando digo lo que hago la gente se sorprende y me pregunta de todo. Es que es no es tan común una mujer en el mundo de la aviación y mucho menos en el sector de reparación de aviones. Me preguntan si no me da miedo, que si es un trabajo muy peligroso, en fin, de todo preguntan”, comentó.

Ella es la mamá de Ángela Sofía Jarquín, de 4 meses; está casada con Carlos Mario Jarquín, otro esposo que pasó por el tallercito de explicación y que apoya 100% el trabajo de su esposa.

De tanto arreglar aviones --nos dijeron las dos mamás-- comienzan a agarrarle un cariño muy profundo a las máquinas voladoras. Es un aprecio especial y admiración por todo lo que representan.

Mal rato. Es por ese cariño que ahora le tiene a cuanto avión existe que la herediana se quedó helada el 7 de abril cuando un avión carguero de la compañía DHL se accidentó en el aeropuerto Juan Santamaría y se partió en dos.

Al prender el televisor y ver la situación, le agarró un gran dolor por el avión y de una vez le ganó su espíritu trabajador.

“Primero analicé si podíamos repararlo, después dije ‘ qué va, eso es pérdida total’, después pensé ‘ ¿ qué irán a hacer con todo lo que sí quedó sirviendo de ese avión?’. Fue muy duro ver ese accidente porque uno quiere mucho los aviones. Yo estaba en la casa en licencia de maternidad ( cuando aquello pasó)”, recordó.

Adivinen cuál es un sueño que tiene Rebeca. Exactamente el mismo de Laura.

Ella tampoco se ha montado en un avión que quite las llantas del suelo. “Algún día volaré en mis aviones queridos, algún día”, dice.

Y esta mamita no se olvida tampoco de la suya, doña Jacqueline Núñez Chaverri.

“Ella siempre me dejó claro que para la mujer no hay nada imposible, por eso cuando estudiaba en el colegio mecánica de precisión hacía hasta lo imposible por comprarme las herramientas, los zapatos de seguridad, en fin; ella corrió siempre por mí, gracias al esfuerzo de mi mamá tengo este trabajito que tanto amo”.

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2022-08-15T07:00:00.0000000Z

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